Al noroeste del continente africano se encuentra un singular archipiélago atlántico de origen volcánico, un grupo de islas donde abundan endemismos y especificidades. En los últimos años, una gran parte de su población está utilizando el recurso económico tradicional conocido como cáncamo, socorrido medio de subsistencia y causa principal del aumento de la economía sumergida, la alternativa más frecuente ante las altas tasas de paro estructural que padecen desde el comienzo de su historia moderna. El cáncamo siempre cohabitó con la actividad profesional y debe su aceptación social a la irresistible atracción que ejerce la picaresca en la vida del ser cancámico. Se podría afirmar que el cáncamo no sólo se refiere a una determinada forma de pensar o actuar, sino que va más allá. El cáncamo es un sentimiento.
Tras el estallido de la crisis financiera y sus posteriores secuelas, el cáncamo esporádico mutó en habitual, y lo que sólo era un suculento ingreso extra que se distraía de la hacienda anti-cancámica, paso a ocupar la categoría de bien de primera necesidad, pues el subsidio de paro o las ayudas estatales se volvieron insuficientes para cubrir las necesidades básicas de muchas familias. Hay infinidad de cáncamos y el abanico de posibilidades está creciendo de forma exponencial, llegando a afectar a todas las capas sociales. El cancamismo se ha apoderado de cuerpos y mentes, y la clase política de las islas tampoco escapa a la condición cancámica. El cáncamo político prolifera y se retroalimenta de los cáncamos empresarios y de los valores cancámicos acogidos por la sociedad cancamista, muy proclive al tenderete (fiesta cancámica) y al reiterado ejercicio de ir escapando (de la realidad se entiende) como se vaya pudiendo.La baja formación de los jóvenes cáncamos y el cortoplacismo cancamoso de proyectos y estrategias gubernamentales convierten al cancamismo en la ideología dominante, siendo el presidente cáncamo del gobierno quien ostenta la representación del poder cancámico, bien refrendado en las sesiones que tienen lugar en el Parlamento donde se reúnen los diputados cancaciosos para discutir sobre la situación de la nacionalidad cancasiástica. En lo referente a los medios de comunicación, merece una mención especial la televisión cancámica, un alarde de ingenio para combatir el tedio cancamístico y difundir la cultura popular cancamiosa. En la actualidad cancalamitosa se dibujan muchos debates sobre el horizonte cercano, la cancasiosa necesidad de construir más hoteles, la no menos cancamustiosa de las prospecciones petrolíferas y los alegatos ecologistas de algún que otro cancamilloso. Por lo que se refiere a un plan inteligente para diseñar el futuro que ya está aquí, sólo hay teóricos grupos de expertos pensando en crear un cáncamo gigante que logre descancamizar esta tierra de una cancachosa vez.
Artículo Publicado en el Diario La Opinión de Tenerife el 24/04/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/04/24/the-cancamos-islands/538347.html