24/4/14

The Cáncamos Islands

Al noroeste del continente africano se encuentra un singular archipiélago atlántico de origen volcánico, un grupo de islas donde abundan endemismos y especificidades. En los últimos años, una gran parte de su población está utilizando el recurso económico tradicional conocido como cáncamo, socorrido medio de subsistencia y causa principal del aumento de la economía sumergida, la alternativa más frecuente ante las altas tasas de paro estructural que padecen desde el comienzo de su historia moderna. El cáncamo siempre cohabitó con la actividad profesional y debe su aceptación social a la irresistible atracción que ejerce la picaresca en la vida del ser cancámico. Se podría afirmar que el cáncamo no sólo se refiere a una determinada forma de pensar o actuar, sino que va más allá. El cáncamo es un sentimiento.

 Con permiso de Forges

Tras el estallido de la crisis financiera y sus posteriores secuelas, el cáncamo esporádico mutó en habitual, y lo que sólo era un suculento ingreso extra que se distraía de la hacienda anti-cancámica, paso a ocupar la categoría de bien de primera necesidad, pues el subsidio de paro o las ayudas estatales se volvieron insuficientes para cubrir las necesidades básicas de muchas familias. Hay infinidad de cáncamos y el abanico de posibilidades está creciendo de forma exponencial, llegando a afectar a todas las capas sociales. El cancamismo se ha apoderado de cuerpos y mentes, y la clase política de las islas tampoco escapa a la condición cancámica. El cáncamo político prolifera y se retroalimenta de los cáncamos empresarios y de los valores cancámicos acogidos por la sociedad cancamista, muy proclive al tenderete (fiesta cancámica) y al reiterado ejercicio de ir escapando (de la realidad se entiende) como se vaya pudiendo.La baja formación de los jóvenes cáncamos y el cortoplacismo cancamoso de proyectos y estrategias gubernamentales convierten al cancamismo en la ideología dominante, siendo el presidente cáncamo del gobierno quien ostenta la representación del poder cancámico, bien refrendado en las sesiones que tienen lugar en el Parlamento donde se reúnen los diputados cancaciosos para discutir sobre la situación de la nacionalidad cancasiástica. En lo referente a los medios de comunicación, merece una mención especial la televisión cancámica, un alarde de ingenio para combatir el tedio cancamístico y difundir la cultura popular cancamiosa. En la actualidad cancalamitosa se dibujan muchos debates sobre el horizonte cercano, la cancasiosa necesidad de construir más hoteles, la no menos cancamustiosa de las prospecciones petrolíferas y los alegatos ecologistas de algún que otro cancamilloso. Por lo que se refiere a un plan inteligente para diseñar el futuro que ya está aquí, sólo hay teóricos grupos de expertos pensando en crear un cáncamo gigante que logre descancamizar esta tierra de una cancachosa vez.


Artículo Publicado en el Diario La Opinión de Tenerife el 24/04/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/04/24/the-cancamos-islands/538347.html


15/4/14

ocho apellidos catalanes

Como en un mal sueño, los intereses de los políticos estrechos se sirven de consabidos estereotipos para utilizarlos como un arma arrojadiza, nos aturden entre cruces de declaraciones y engreídos silencios con el fin de subir de tono la confrontación, porque de eso se trata, de encender el odio entre los que se consideran solo catalanes y los españoles a secas. Así, todo el imaginario colectivo se pone en marcha y comienzan a cocerse las bajas pasiones hasta el violento estallido de la masa vociferante que da la razón a los que la manipulan con descaro.
Si nos empeñamos, nadie se salva de la lista de agravios históricos, pues los andaluces son vagos sin excepción, los madrileños chulos, los vascos brutos y cerrados, los gallegos no se mojan nunca, los valencianos echados palante, los canarios aplatanados, los catalanes agarrados y ahora algo mucho peor, porque lo cuentan de este modo esos representantes oficiales de la clásica –y lógica– disputa entre centralismo y nacionalismo periférico.
Pretenden –y hasta consiguen– que la gente se aparte de sus problemas reales y dedique su atención al supuesto órdago secesionista, porque de este modo no les quedará resuello para exigirles que trabajen por el desarrollo y el bienestar de la sociedad en su conjunto, según sus propias palabras. Entonces, si la economía continúa con respiración asistida, el descenso del paro es aún muy leve, el crédito no fluye, y la clase media pierde el bienestar, no se entiende a qué clase de callejón oscuro quieren llevarnos con esta absurda convocatoria del disparate.
Desconozco si la vida de los habitantes de Cataluña mejoraría con la independencia, pero sí sé que los vínculos emocionales con el mundo exterior serían igual de fuertes o más que los desapegos.
Si en la comedia de moda, un joven sevillano de pro, es capaz de tirar de hemeroteca para salir airoso de su pretendida condición de vasco a ultranza y consigue recitar ocho apellidos vascos, estoy seguro de que una inmensa mayoría recordaríamos de carrerilla otros tantos de origen catalán, sobre todo si queremos quedar bien con el padre de la chica o el chico que nos gusta.

Será porque amor y odio están por encima de la política.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 15/04/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/04/15/ocho-apellidos-catalanes/536952.html

3/4/14

No llores por mí, democracia


No llores más, no soy quien tú crees ni tampoco hice por ti lo que te han contado, lo siento. En realidad, fui escogido como el instrumento necesario, un títere apuesto para seducir a los españoles, hasta que me convertí en un peligro, porque había comenzado a pensar por mí mismo.
Nunca sospecharon que un muchacho de provincias, formado en el movimiento nacional del régimen franquista, un chico con la cara al sol y la camisa nueva, fuera a salirse del tiesto de esa forma y llegase a tener sus propias aspiraciones de poder. Los militares se asustaron al comprobar que el agente Suárez estaba fuera de control y presionaron al Rey, el único que confiaba en mí –eso pensaba yo– pues siempre lo consideré mi amigo, aunque al final terminó traicionándome como todos los demás.
Al principio me dejaron actuar, y parecía que iba logrando los objetivos, la compleja transición hacia una oligarquía de partidos incluyendo a los comunistas de Carrillo, como paso previo a la democracia real, pero esto último no entraba en los planes de las élites que manejaron aquel proceso –ahora lo sé– y que todavía hoy continúan resistiéndose a soltar el mando. Con cada batalla ganada sentía crecer mi ambición, al ver que el pueblo me consideraba su líder, el país me quería y me llamaba: presidente. Al mismo tiempo que la opinión oficial se deshacía en halagos, los enemigos dentro y fuera de los cuarteles se multiplicaban para conspirar en mi contra. Pronto se dieron cuenta de que yo carecía de visión y estrategia para consolidar un proyecto duradero. 
Suárez y su misión personal eran un estorbo y el mismo estado –que lo había parido–acabó devorando a su hombre. Me dejaron solo.

En una pirueta del destino, no exenta de ciertas sospechas, el día de mi comparecencia en el Congreso me fue imposible dar cuenta de la sonada dimisión a la que fui forzado, pues se produjo un fallido golpe al gobierno, el ruido de sables cuyo eco estará siempre lleno de sombras.

Pasó el tiempo y trate de reconstruir mi teórica carrera creando un nuevo partido, pero mi capital político ya estaba amortizado. Después vino la retirada de la vida pública y el silencio en el que me dejaban las páginas en blanco tras borrarse de mi mente.
Hoy, al recuperar la memoria me he acordado de ti y de lo que algún día creí soñar y me entristezco al ver romperse las costuras de aquello que se construyó a base de esfuerzos y renuncias, así que la historia vuelve a reclamarnos un consenso sobre la imprescindible revisión del modelo de estado.
No llores por mí, Democracia, porque vives en los rostros de la gente, y no en los arribistas de la monarquía parlamentaria.

Cuando el pueblo grite en la calle, ahí estaré yo, para besar tu nombre.


Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 03/04/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/04/03/llores-democracia/534746.html