En la imagen, caganers de Merkel y Rajoy. Foto: GTres |
Imaginemos a Rajoy y Merkel en la nave nodriza. Acaban de colonizar el planeta Exon. Se trata de un lugar con importantes reservas de agua y la cantidad de oxígeno suficiente. El progreso basado en criterios de racionalidad, respecto a la utilización de los recursos naturales, conforma un modelo económico que marca el desarrollo de la sociedad exonita. Priorizar la supervivencia del colectivo es lo que permite crecer a esta pequeña comunidad experimental. La asignación equitativa de los impuestos, genera el necesario equilibrio en la distribución de la riqueza y garantiza el derecho a disponer de servicios públicos en Sanidad, Educación y Servicios Sociales. Lo llaman nuevo bienestar social exonita.
Pero con el tiempo, el negocio inmobiliario se desboca, implicando a políticos y constructores en actividades de enriquecimiento ilícito. Algunos grupos de individuos consiguen hacerse con el control de las materias primas y acaparan el poder. Otro sector maneja el dinero circulante, de tal modo que se adueña de la capacidad para conceder créditos contraídos por los deudores, convirtiéndose en un temible instrumento de opresión, ya que es el único medio conocido para obtener el título de una propiedad. Luego, ocurre que los exonitas endeudados no pueden pagar las deudas, debido a que se produce una saturación en el mercado de valores que opera al margen de la producción real de bienes y servicios, lo que origina desconfianza en los acreedores. El tinglado financiero se viene abajo y provoca un crack. Rajoy y Merkel deciden entonces que tienen que rescatar a los que han originado el problema, castigando al resto de la población exonita con recortes que justifican por la insostenibilidad del sistema.
Los exonitas ven como los valores de la sociedad que habían construido son sustituidos por otros que proclaman las bondades de la gestión privada sobre el despilfarro del gasto público. Los ciudadanos del planeta Exon no llegan a comprender el motivo por el que se aprueban nuevas leyes que empeoran sus condiciones laborales, reduciendo los salarios, mientras que la minoría rica continúa disfrutando de los favores políticos de Rajoy y Merkel. Las grandes corporaciones compran los principales medios de comunicación exonitas. La estrategia hegemónica ejerce el dominio sobre la inmensa mayoría, mediante maniobras de entretenimiento y terapias de shock, para disuadir a quien pretenda cambiar el orden establecido. Operan en las voluntades inoculando la idea de que no hay alternativa posible. La brecha social se agranda.
Portada del disco "Qué me dices" del grupo Planeta Imaginario |
En la universidad pública exonita surge un grupo rebelde de profesores disidentes que forman círculos de reflexión y debate crítico. La explosión del descontento se politiza y los círculos se expanden por la periferia de la gran urbe exonita. Rajoy y Merkel alertan sobre el riesgo potencial de los radicales que amenazan la seguridad y redoblan sus esfuerzos en aplicar las recetas adecuadas, según ellos, para evitar el marasmo.
El contra poder social de los indignados exonitas se organiza y cuestiona el sistema económico imperante. Reclaman volver a los tiempos del desembarco en Exon, cuando el igualitarismo, dentro de un marco de libertades, constituía el elemento armonizador del grupo.
Rajoy y Merkel continúan empecinados en apoyar un modelo insolidario y en vías de extinción, dando la espalda a la voz de los silenciados por el ruido que emite la maquinaria del dinero.
El sueño de Exon consiste en recuperar la dignidad. La ideología neoliberal terrestre había destruido su identidad como especie que encontraba, en la asociación, el modo más sensato de convivencia.
El pueblo exonita logra empoderarse y refunda el gobierno. Rajoy y Merkel son desterrados a La Tierra, el planeta azul que, en un pasado remoto, habían pintado de gris.
Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife el 30/08/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/08/30/sueno-exon/561716.html