La inteligencia de los astrónomos—europeos en este caso— que son capaces de llevar a la práctica sus investigaciones, desarrollando nuevas aplicaciones tecnológicas, contrasta con la escasa competencia demostrada por el homo sapiens en otras facetas de la existencia.
La visión a largo plazo es inherente a cualquier proyecto científico, pero no podemos decir lo mismo de cómo se manejan los tiempos cuando se trata de llegar a algún tipo de acuerdo entre las distintas etnias que colonizan nuestro diminuto rincón en el universo, y lejos de resolver sus conflictos históricos, insisten en mantener la llama del odio y la intolerancia, en la medida que les proporciona el único oxígeno con el que saben respirar.
La determinación y la voluntad que caracterizan a los trabajadores involucrados en un experimento-aventura sideral de tal magnitud, se manifiestan de un modo muy diferente en las reuniones que celebran los grupos de estados ricos, que en lugar de tomar decisiones encaminadas a erradicar la desigualdad y la pobreza, se dedican a planificar la forma de aumentar sus beneficios mediante mecanismos de dominio sobre el resto del planeta.
Las grandes innovaciones que hacen evolucionar a la ciencia, se echan de menos en las actuaciones de los líderes políticos, cada vez más mediatizados por el poder económico. Su estancamiento se ve reflejado en discursos empantanados por el complicado equilibrio entre los cálculos electorales y el compromiso adquirido con los lobbys que los financian.

Habría que preguntarle a Philae si los aminoácidos y las bacterias rastreados allá arriba, son similares a los que nos parieron, o si por el contrario, la condición humana sobrevive tan aplastada por el peso de la gravedad, que en sólo tres dimensiones es materialmente imposible que la ambición y la sabiduría caminen de la mano.
Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, e 26/11/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/11/27/ambicion-rosetta/577584.html