Sin embargo, no hay declaraciones -ni preguntas de los principales medios de comunicación- sobre la dramática realidad que ha puesto de relieve la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, advirtiendo que, una vez superada la crisis, casi la mitad de la población seguirá viviendo en situación precaria con riesgo permanente de entrar en la pobreza. Además, pronostican que la desigualdad se incrementará, debido a la inestabilidad en el empleo y los bajos salarios.
Este nivel de desestructuración va a pasarnos su factura de dolor y desesperación. El ascenso en la escala social será algo muy difícil de conseguir, teniendo en cuenta que un alto porcentaje de la generación mejor preparada ya emigró a otros lugares, provocando una lamentable pérdida de talento.
Los casos de corrupción y las tensiones independentistas son parte de un juego político consistente en distraer nuestra atención, haciéndonos creer que esos son los principales problemas. Convendría identificar bien cual es el peor enemigo de nuestra democracia y si hay un proyecto de gobierno alternativo, cuya prioridad sea la lucha contra el paro y la precariedad. Ahora mismo, nuestra principal preocupación debería ser encontrar la manera de olvidar a Rato con urgencia.
Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 23/04/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/04/23/olvidar-rato/602453.html
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