Confieso que nunca había escuchado a Albert Rivera en una entrevista, como la que le hizo la periodista Pepa Bueno en el Chester del Canal Cuatro. Lo cierto es que, debido a mi vinculación profesional con el comercio de textiles –un sector de larga tradición en Cataluña– he tenido la oportunidad de conocer a muchos representantes venidos de esa zona. El líder de Ciudadanos me recuerda mucho al clásico perfil del agente comercial, que nada más entablar contacto visual con el interlocutor, atrae toda su atención. Y si le toca bregar con una audiencia mayor, logra convertirse en el centro de interés del público presente, por su facilidad de palabra, una suerte de cadencia que te va envolviendo con ese tono amable y seductor. Es alguien que no sólo nació con ese imán, sino que además, se lo ha trabajado mucho.
El político correcto y limpio con su discurso de cambio tranquilo, que tanto gusta a los que tanto temen a Podemos, pero ya no quieren saber nada del PP. Lo que soñaba ser de mayor cuando era niño, la adolescencia, el deporte, las anécdotas familiares y las preguntas que se sucedían en un pactado toma y daca con la complicidad de la entrevistadora, que se mostraba dócil. Albert es el candidato perfecto para protagonizar la segunda transición, un joven con el que se identifican muchos desencantados de la derecha, capaz de crear un partido catalán en clave española, aparecido en el momento justo. El jefe de departamento que maneja las estrategias de venta y que está preparado para cualquier contratiempo, haciendo gala del sentido de oportunidad.
Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 13/05/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/05/13/ciudadano-albert/606205.html
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