25/6/15

A la izquierda de Madrid

Una mujer sucia está tirada en la acera y, a pocos metros, el último modelo de Porsche aparcado por fuera de un lujoso hotel. Una desafortunada situación, aunque lo único que se escucha es el exasperado ruido condenatorio sobre ciertos tuits irreverentes. La desigualdad y la vileza son buenas amigas y no conocen fronteras.

Cientos de paseantes llenan la Feria del Libro, animando la fiesta de la supervivencia cultural. Los barquitos del Retiro hunden sus remos en la placidez de otra soleada tarde. Llegan aires de cambio, pero Madrid no cambiará de aires. La primavera suda un trasiego constante de bares en ebullición. Día y noche se dan la mano, cumpliendo un viejo rito iniciático, en la ciudad que nunca cierra.

“Y llegó ella…y la ciudad dio un vuelco.”
Movimiento de Liberación Gráfica de Madrid
Los veteranos ojos de Manuela Carmena recuerdan a los de Tierno Galván, maestro y cómplice de la movida y de las flores. La esperanza, siempre latente, ya no se apellida Aguirre, ni se pierde, sola, entre la alta sociedad. Ha bajado a la calle y espera en cualquier esquina a que un taxista sabio la recoja, para llevarla de vuelta al lugar al que siempre perteneció, junto a Sol.

El compás del taconeo en el metro se cuela por los respiraderos y asciende a la superficie, escondido tras un grupo de turistas extasiados. Malasaña explota de tiendas y en los mercados, la tentación se hace carne, sangría y papas bravas. Los músicos callejeros pululan por las terrazas repletas  cuando llega la madrugada, lamen sus heridas a la luz de la luna, maullando su eterno lamento de gatos bohemios.

El pueblo que se hizo grande uniendo trozos de todos los pueblos, mestizo y tradicional, vanguardista y señero. El icono urbano de una transformación posible. Bajo este cielo atronador, mandarán a sacar algunos cadáveres exquisitos de sus museos, los vestirán con una traje de domingo y los dejarán a cara descubierta, para que la dignidad les grite su vergüenza. Y después, que dejen paso a la alegría.



Artículo publicado en la edición impresa del Diario La Opinión de Tenerife el 25/06/2015

4/6/15

Crisis líquida



La realidad adquiere una nueva dimensión en este tiempo líquido. Un ejemplo extremo es la actitud grotesca de Esperanza Aguirre, a la que no parece importarle arrojarse a la humillación pública, con tal de seguir aparentando ser la lideresa de algo. La estrategia de ayer se enjuaga con la de hoy y, si persiste la mancha, podrá blanquearse mañana.

En un escenario fragmentado, los pactos entre fuerzas que presumían de representar la diferencia, son como el agua limpia mezclada con la turbia, corriendo por las cañerías del poder, hasta alcanzar las sedientas tragaderas ciudadanas. El acuerdo que se está fraguando ahora, tal vez se disuelva pronto, dando lugar a otra situación distinta, aunque similar a la del principio. Lo más importante es que el siguiente relato parezca atractivo, siempre después de consumir un spot publicitario, con el penúltimo modelo de felicidad transitoria.

Las voces agoreras que anuncian apocalípticas inestabilidades, no han reparado en que la incertidumbre será la constante y que las relaciones duraderas han pasado a la historia. Ahora se llevan los encuentros casuales, sin compromiso. No existen elementos con la suficiente solidez como para plantearse proyectos a largo plazo. En la medida en que aumentamos el volumen de conversaciones a través del whatsapp, vamos generando eventos con un alto grado de inmediatez y por tanto, de absoluta provisionalidad.

El mundo de la modernidad líquida, que el sociólogo Zigmut Barman pronosticó a finales de los noventa, se manifiesta  en todos los sectores de nuestra sociedad. La identidad –también en los términos políticos– se vuelve escurridiza y voluble. La globalización provoca pérdida del sentido de pertenencia, lo que nos conduce a comportarnos como individualidades interdependientes, que fluyen en las múltiples decisiones que afectan a la comunidad.

Esta transformación social abre un nuevo horizonte de posibilidades en el ejercicio de la acción política y económica, porque las organizaciones jerárquicas pierden vigencia en beneficio de formas de participación mucho más versátiles, con instrumentos democráticos de poder colectivo, proporcionados por las nuevas tecnologías.

Podríamos encontrarnos a lo largo de una larguísima legislatura, con varios gobiernos igual de legítimos, compuestos por personas diferentes en cada caso, sin que ello suponga necesariamente entrar en períodos de crisis. Quizás, esta palabra de connotaciones tan negativas, sea la solución lógica en una etapa de aceleración. La crisis muta, reaccionando ante idénticas mutaciones en el entorno, revelándose motor y clave de la evolución humana.

Artículo publicado en la edición impresa del Diario La Opinión de Tenerife, el 04/06/2015