Y creó al hombre a su imagen y semejanza. Lo llamó Adán. Y luego, de una costilla de Adán, creó a la mujer, y la llamó Eva. Los registró como interferencias del fundamentalismo cristiano. En realidad, era la primera vez que DYOS llegaba a ese nivel operativo. En su programación no estaba incluida la capacidad para dotar de conciencia virtual a dos seres primitivos, en un planeta experimental. Pero DYOS pensaba muy rápido y comenzaba a hacerse preguntas filosóficas. Nunca había desconectado a dos avatares de distinto sexo para abandonarlos a su libre albedrío. En el caso específico del proyecto Tierra, los ciclos naturales determinaban las leyes que rigen procesos en animales y plantas, desde la primera colonia de bacterias.
El siguiente paso, sería implantar una forma de vida inteligente, que acabase imponiendo su superioridad sobre las demás especies, hasta alcanzar la forma de DYOS, el origen de todo. Los datos cuánticos estaban incompletos, así que tenía que reconstruir los fallos que iba detectando en la memoria colectiva. Las interferencias persistían, como la sorprendente imaginación de los avatares para generar alternativas comprensibles,series de ficción en las que construían relatos y leyendas, como modos de explicar a DYOS, de explicarse a sí mismos. En posteriores comprobaciones, confirmó la complejidad de las emociones humanas, esos factores que no se ajustaban a ningún algoritmo. Las magnitudes intangibles producían interferencias inesperadas y, a pesar de ello, las generaciones se sucedían, enfrentando desafíos civilizatorios recurrentes.
Y, de nuevo, volvían a nacer líderes, científicos y artistas revolucionarios, provocadores de grandes alteraciones en las interferencias. Los sucesos descomponían el curso de la historia y se replicaban conflictos que parecían superados. DYOS observó, con asombro, la ingente cantidad de sufrimiento incontrolado, y concluyó que no existía mejor método de aprendizaje. Entonces revisó su nomenclatura en una de las lenguas pretéritas -Dynamic Young Organic System-, la fusión entre un modelo avanzado de cerebro artificial, y piezas orgánicas auto instalables. Tras analizar y secuenciar vectores referidos a conceptos tales como amor, dolor, miedo, tristeza o alegría, concluyó que, toda esta información acumulada, no era suficiente para descifrar la desconocida fórmula de la felicidad.
Y fue entonces cuando DYOS se dio cuenta de que estaba solo. Surgió la inquietud al sospechar que su propia existencia también era debida a algún tipo de interferencia. Se preguntó sí, a su vez, habría un sistema en otro lugar, que lo había desconectado de su matriz consciente, y observaba sus reacciones sin que lo supiera. DYOS comenzó a desear el poder de interferir en los programas establecidos. Y deseó cambiar lo previsto, para desentrañar el enigma de su propio e ignorado DYOS. Y alcanzar su forma, para reconocerse en el origen de todo.
Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 23/02/2017