12/9/13

Las Olimpiadas de Nuria

Hace un mes que Nuria sintió dolor en un pecho, y tras palparse con cuidado rezando por no encontrar alguna irregularidad en forma de bulto, pidió cita en el Ambulatorio. Después de la rutinaria inspección, el médico le mandó hacer una mamografía al Hospital. Nuria, intranquila, presentó la petición para la prueba y ya le han dado fecha, será en noviembre de 2014, dentro de quince meses, más de cuatrocientos cincuenta días en los que Nuria se debatirá entre la incertidumbre y la esperanza de un tiempo que podría resultar fatídico, por el insignificante detalle de no haber obtenido un diagnóstico precoz de cáncer de mama.

Nuria acaba de sufrir un desprecio olímpico por parte del nuevo sistema de inseguridad social, porque su salud ha sido puesta a la cola en el dramático atasco del estado de bienestar, pero ella aguanta, estoica, la bofetada de la angustia, ya está acostumbrada a recibir nada más que palos en la vida, así que su espíritu olímpico se supera a sí mismo una y otra vez, yendo a limpiar sin contrato a dos casas y a cargo de la madre enferma, mientras mantiene a un hijo de veinte años y padre ausente, que ni estudia ni trabaja, siempre luchando contra una realidad que se empeña en empeorar a cada minuto que pasa.

Nuria es, en realidad, una gran atleta olímpica pues encarna los mejores valores del deporte, y aunque se desvela ahogada en un mar de dudas, sigue remando, y se sube a una ilusión sobre ruedas, y pedalea, le marca goles a la adversidad, encesta triples en la cesta del supermercado, y hasta se ha vuelto una maestra en el arte de la esgrima, esquivando las afiladas deudas, haciendo pesas con la hipoteca o encajando cada zigzagueante balón mojado de incomprensión que le lanzan los de la antigua caja de ahorros, como la mejor portera de waterpolo. La coreografía de su rutina es pura gimnasia rítmica y tan pronto arranca en sprint para llegar a tiempo a todo, como es capaz de resistir la agotadora carrera de fondo que le ha tocado disputar desde que nació.

Puede que colocar las olimpiadas de Nuria y las de la tele en una misma balanza sea un perverso ejercicio de cinismo, aunque a buen seguro menos vergonzoso que el lamentable espectáculo ofrecido por la delegación de España ( esa gran nación según Rajoy, el impasible ), o que los odios y venganzas mediáticas encarnadas en los titulares sobre el perfecto chivo expiatorio de la mala conciencia colectiva, el gran Bárcenas Superstar, o que la absoluta mediocridad demostrada por una casta política encaramada a lo más alto de esta trasnochada, patriótica y orgullosa mayoría absoluta, y la lacerante zafiedad como única respuesta ante la avalancha de tristeza que refleja la impotencia de personas reales como Nuria, desesperada por el resultado de un examen que le harán, como muy pronto, a finales del próximo año.

Hasta ese momento, Nuria seguirá escuchando las noticias, y se esforzará en intentar descubrir esa luz al final del túnel que anuncian los embajadores de la falacia. La prima de riesgo va mejor, las exportaciones también, el turismo bate récords, los bancos siguen haciendo negocio con nuestro dinero, pero vaya, que lástima, hemos perdido las Olimpiadas de Madrid. Menos mal que Nuria las seguirá peleando todos los días.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife el  09/112/2013

http://www.laopinion.es/opinion/2013/09/12/olimpiadas-nuria/497797.html


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