No se asusten. Sólo es un juego. Como las disputas por alzarse con el trono de poder, en medio de la desorientación propia de estos días de tránsito.
Todo comenzó cuando Pablo Iglesias le regaló un Caballo de Troya a Pedro Sánchez. Aquel obsequio amistoso, hecho de pactos sobre ruedas, tras las municipales. Juntos acabaremos con la derecha, le susurró ladino al deslumbrado Sánchez. Yo te haré Presidente. Uniremos a la izquierda, por la izquierda. Así sea. Y sonrientes, sellaron el acuerdo. La verdad es que el juego había empezado mucho antes. Así que, mientras Pedro y los suyos dormían la borrachera de votos, comenzaron a salir las huestes del enemigo escondido en las tripas vacías de aquel fraternal entendimiento. Cuando la resaca electoral los despertó, ya era demasiado tarde. El regusto ácido de la derrota, cobraba su tributo en la piel del ingenuo, que siempre es el último en enterarse.
En el año 2011, la organización que lleva la inicial de obrera en sus siglas, se plegó a las presiones externas que exigían recortes, socializando las pérdidas provocadas por la hecatombe financiera. Las clases medias quedaron desnudas, a la intemperie. Entonces, llegó la respuesta ciudadana. Surgió el 15-M, Las Mareas, la PAH. Se multiplicaron las asambleas, las plataformas, los círculos. La masa fraguó en Podemos, que creció para enfrentarse al miedo interior propagado por los fantasmas de la vieja izquierda. Y supieron desde el primer momento cual era el espacio a conquistar. Si querían ser la alternativa al PP, primero habría que descomponer a IU y al PSOE, para fundir una nueva y desconocida hegemonía, nacida de un relato que cuestionase el sistema bipartidista. Después de las generales, el feudo andaluz sostiene a duras penas lo que queda de un partido histórico, que vive sus peores momentos, en el contexto de una socialdemocracia europea sin capacidad de reacción. Con la ideología atravesada por la corrupción, una crisis de identidad sin precedentes hace sucumbir el sueño fundado por un hombre, cuyo nombre y apellidos coinciden, en asombrosa pirueta del destino, con el aspirante a lograr la refundación del socialismo. Los símbolos, las imágenes, necesitan el soporte de las letras, que son los caracteres de un proyecto minuciosamente calculado.
La palabra Podemos nace de desordenar a las mayúsculas del PSOE, añadiendo una m, otra o y una d, para formar con estas últimas el término mod, que quiere decir moderno.
Pero no se preocupen, sólo es un juego. Como el caprichoso azar que marca los principios y los finales.
Artículo publicado en la edición digital del Diario La Opinión de Tenerife, el 5/01/2016
http://www.laopinion.es/opinion/2016/01/05/psoe-mod/648338.html
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