Lo que ocurra servirá de espejo a España, donde la prometedora regeneración, que ya tiene nombres y apellidos, se topará con la tozuda realidad de un mundo globalizado por las multinacionales que monopolizan la producción y distribución de los bienes y servicios que necesitamos consumir. A la hora de la verdad, la retórica del asalto mediante el poder ciudadano a las oligarquías corruptas, quedaría diluida en gran parte, porque nuestro modo de vida depende de llenar el depósito de combustible, o comprar en las grandes superficies los productos a los precios más baratos. El Mercado está por encima del Estado.
La capacidad transformadora que demandamos no es tal si está circunscrita a un mero intercambio de representantes públicos, aunque los que vengan se llamen Podemos y sus propuestas conecten con el estado emocional de una mayoría cualificada. En último término, las organizaciones políticas que encumbren los intereses de los de abajo contra los de arriba, no pasan de abanderar el relato crítico con un sistema del que acaban formando parte. Éste es el auténtico drama de una izquierda absorbida por la lógica del capitalismo, cuando se descubre incapaz de competir en igualdad de condiciones, a base de nacionalizar los sectores clave de la economía o aumentando la presión fiscal a las grandes empresas. El dinero circula con total libertad y huye de los lugares donde intuye obstáculos en su carrera hacia la consecución de los beneficios, constante objetivo y motor que mueve a la maquinaria humana.
La ex-clase media de países desarrollados viviendo en la precariedad, entre la pujanza de los países emergentes y una minoría cuyo nivel de riqueza no para de aumentar, describe la situación del viejo continente, convertido de nuevo en un histórico campo de batalla donde dos viejos enemigos se vuelven a enfrentar, la convivencia y el fascismo.
Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 09/01/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/01/09/convivencia-o-fascismo/584478.html
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