Los que aún creen en los ideales de un tiempo nuevo para la euro zona, se chocarán con el inevitable pragmatismo de un frágil gobierno griego, liderado por Syriza, que si bien puede recrear la confrontación entre las élites del norte y el humillado sur, no tendrá más remedio que negociar según las normas que el Club impone a sus socios. En ello le va la supervivencia, si no quiere comprobar cómo el odio y la indignación que los justifica se vuelven en su contra, ante un hipotético cierre del crédito por parte de los mercados financieros, la última y definitiva arma de los verdaderos dueños del cotarro. El invento del euro es irreversible y ha supuesto la implantación del neocolonialismo económico, como expresión contemporánea del chantaje ejercido sobre los países deudores que, a cambio de la moneda única, pierden importantes cuotas de soberanía.
Lo que ocurra servirá de espejo a España, donde la prometedora regeneración, que ya tiene nombres y apellidos, se topará con la tozuda realidad de un mundo globalizado por las multinacionales que monopolizan la producción y distribución de los bienes y servicios que necesitamos consumir. A la hora de la verdad, la retórica del asalto mediante el poder ciudadano a las oligarquías corruptas, quedaría diluida en gran parte, porque nuestro modo de vida depende de llenar el depósito de combustible, o comprar en las grandes superficies los productos a los precios más baratos. El Mercado está por encima del Estado.
La capacidad transformadora que demandamos no es tal si está circunscrita a un mero intercambio de representantes públicos, aunque los que vengan se llamen Podemos y sus propuestas conecten con el estado emocional de una mayoría cualificada. En último término, las organizaciones políticas que encumbren los intereses de los de abajo contra los de arriba, no pasan de abanderar el relato crítico con un sistema del que acaban formando parte. Éste es el auténtico drama de una izquierda absorbida por la lógica del capitalismo, cuando se descubre incapaz de competir en igualdad de condiciones, a base de nacionalizar los sectores clave de la economía o aumentando la presión fiscal a las grandes empresas. El dinero circula con total libertad y huye de los lugares donde intuye obstáculos en su carrera hacia la consecución de los beneficios, constante objetivo y motor que mueve a la maquinaria humana.
La gestación de un modelo diferente al actual podría derivarse de la sensación de frustración derivada del fracaso de estos jóvenes actores políticos, al interpretarse como una traición a la esperanza depositada en ellos. El desengaño llevaría al colapso en cuanto a las expectativas de los que están en el medio de la creciente desigualdad, ese gran valle de desesperación, como lo denomina el Nobel de economía Paul Krugman, en un reciente artículo.
La ex-clase media de países desarrollados viviendo en la precariedad, entre la pujanza de los países emergentes y una minoría cuyo nivel de riqueza no para de aumentar, describe la situación del viejo continente, convertido de nuevo en un histórico campo de batalla donde dos viejos enemigos se vuelven a enfrentar, la convivencia y el fascismo.
Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 09/01/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/01/09/convivencia-o-fascismo/584478.html
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