"Te entiendo", le respondió el tyrannosaurus Rajoy a la ankylosaurus Aguirre, cuando ésta le comunicaba su dimisión. El pírrico pero demoledor mensaje, es un alarde del marianismo y otra asombrosa demostración de talante. Al presidente de la nada en funciones, deberían concederle el premio de microrrelato, tal es su capacidad de condensar en sólo dos palabras la insondable complejidad que no cabría en una espesa novela sobre corrupción.
Los cuatro años de la mayoría absoluta instalaron al Partido Popular en la constante negación de la evidencia. El mirar hacia otro lado, ponerse de perfil para no asumir responsabilidades, contestar a las preguntas con el manido recurso del "no me consta", o las defensas a ultranza de compañeros manifiestamente delincuentes - mientras no se probase su archiconocida culpabilidad - glosan el manual de actitudes orgullosamente zafias, con las que se han manejado ante la opinión pública. Y lo peor del caso es que personajes de esta calaña hayan ostentado puestos privilegiados, ejerciendo como representantes de un país, al que proclaman amar más que nadie. Los demás son lo malo, los que no hacen las cosas bien y como Dios manda. Pero ellos no, porque aunque la casa se esté cayendo a pedazos, Don Mariano sigue ahí, impertérrito, ajeno a lo que parece que ni siquiera es de su incumbencia, como si no fuese con él. Porque le molesta que le importunen, repantingado en el sillón viendo el fútbol, confundiendo el fuego que le cerca con la tranquila humareda que emana de su puro encendido. Si este hombre sin empatía ni simpatía es el que ha hablado en Europa y en el mundo por nosotros, que venga alguien y nos lo explique. A no ser que en realidad -permítanme el atrevimiento- no fuese más que un títere necesario, en manos de otros que operaban a su antojo desde fuera y desde dentro del partido. No sé que es peor y si todavía podría ser peor.
Siguiendo aquel poema de Niemöller, cuando fueron a por Bárcenas, no dijiste nada porque tú no eras ese Luis. Cuando fueron a buscar a Rodrigo, guardaste silencio porque tú no te apellidas Rato. Cuando acusaron a Rita, no hiciste nada porque tú nunca saliste con Barberá. Cuando Esperanza te llamó, no contestaste porque tú no estabas allí. Cuando finalmente, vengan a por ti, no quedará nadie que te diga: Mariano, sé fuerte.
Artículo publicado en la edición digital del Diario La Opinión de Tenerife, el 18/02/2016
http://www.laopinion.es/opinion/2016/02/18/mariano-fuerte/656656.html
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