16/10/14

Epidemia informativa



Hay que ver cuánto sabemos del ébola, sobre todo desde que la auxiliar de enfermería conocida como Teresa –considerada culpable, víctima inocente y en último término, heroína que ayuda a los médicos que la atienden– lucha por su vida en el desmantelado, luego recuperado y después muy valioso Hospital Carlos III. Tuvo que llegar el virus letal para que volviésemos nuestra cara horrorizada hacia África, ese continente lleno de pobres negros y de negros pobres a los que deberíamos ayudar más, tras comprobar que el miedo ancestral se nos ha colado por la rendija de un guante mal quitado o quien sabe, pero ya se encarga la pandemia informativa de explicarnos cuál es el protocolo exacto que debemos seguir para colocarnos el traje protector.
Mira por dónde, que nos acabamos de enterar –antes lo decían pero no escuchábamos bien– que el número de fallecidos ronda los 4.000 y que existen tres países llamados Liberia, Sierra Leona y otro más, en los que, además de safaris, hay Organizaciones No Gubernamentales, como Médicos del Mundo trabajando sobre el terreno. Profesionales sanitarios que conviven con el riesgo de contagio, o peor aún, con la posibilidad de encontrar la muerte ayudando a esos desgraciados que besan a sus fallecidos. Pero es que además, los hospitales de campaña no dan abasto y los mandan a sus casas. ¡imagínate, contagiándose unos a otros los negros ignorantes!.
Son problemas del Tercer Mundo que, cuando se nos aparecen por aquí, al lado de casa, nos entra el pánico y el gobierno no ha previsto esta situación, y la ministra es un desastre, y por qué nos tiene que pasar esto a nosotros, con lo tranquilos que estábamos entretenidos con la independencia de Cataluña y las black cards –que parece el nombre de una banda de hard core–.
Así nos va, el primer lugar de Europa que monta una estrambótica presentación en sociedad de esta nueva amenaza biológica. Y no hay vacunas todavía, sólo experimentales, y difíciles de conseguir, ¡no hay derecho!. Conocemos todos los datos, el tiempo de incubación, las vías de contagio, el número de personas en cuarentena por petición propia, el de las que han estado en contacto con la mediática, enfermera y paciente Teresa, denominadas como bajo riesgo, a las que se hace un seguimiento, ¡por si acaso!.
Ya quitaron de en medio a Ana Mato y pusieron a súper Soraya al frente de la crisis con un comité de expertos. Todo comienza a estar controlado.¡ Vaya, sorpresa!, Teresa experimenta una leve mejoría, con suerte igual se salva y, si nadie más cae enfermo, sería la leche.
Con permiso de Forges.
Entonces, volvamos a dejar a los africanos donde están, ellos allí con las fronteras cerradas para que no se escape ninguno, y nosotros aquí, que ya tenemos bastante con la corrupción, los recortes, el fútbol, el desafío secesionista y demás temas de interés.
Lo que está claro es que la desigualdad y la pobreza son cosas que no podemos arreglar, se trata de sociedades subdesarrolladas, así que les enviamos comida, ropa, o los medicamentos que están a punto de caducarse. Somos solidarios, pero no nos presionen tanto que tenemos que pagar la hipoteca, las clases particulares de inglés, las de baile, los restaurantes, hoteles, coches, gasolina. Y el petróleo es malo, aunque si Marruecos lo saca, que más dará.
Propongo un referéndum ciudadano, la madre de todas las consultas. Una pregunta corta y fácil: ¿Se siente usted bien con la epidemia informativa?

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 16/10/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/10/16/epidemia-informativa/569586.html

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