19/7/14

Rebelión en el pesebre


Las luchas intestinas en el seno de Coalición están desembocando en una guerra fratricida por el poder. Los clavijistas del alcalde lagunero continúan recabando apoyos entre los menceyatos afines, bajo la dirección de obra de un viejo activo, Manuel Hermoso. La influencia de la vieja guardia encuentra su extensión metropolitana en Ani Oramas, mujer de carácter que combina la enérgica defensa de la añepa con su condición de monárquica convencida, y que parece haber perdido pie en la carrera o bien ha decidido jugar la baza de la prudencia en favor del discípulo aventajado, a la espera de acontecimientos. Fernando Clavijo, el delfín ascendido a regidor y a secretario insular, quiere jugar a ser tiburón en los dominios de la gran orca asesina.
Este impulso regenerador esta coprotagonizado por el mirlo blanco del Cabildo, el aseado heredero de Ricardo Melchior, Carlos Alonso, un gestor con perfil técnico y de reconocida valía profesional pero carente del tirón popular de su antecesor. Los nuevos valores en alza del tinerfeñismo continúan echando aceite hirviendo en el pesebre paulinario, aunque sus intentos de noquear al astuto jugador de dominó_ conocedor como nadie de los intrincados vericuetos que transitan por las débiles y traicioneras lealtades insularistas_ llevan camino de convertirse en simple amagos vacíos de contenido ideológico. 
La supervivencia de Coalición Canaria como concepto está en el aire y sus viejas-nuevas redes clientelares sufren el desgaste propio de una organización político-empresarial que lleva demasiadas legislaturas apoltronada en el porche del chalé con vistas a la finca, mientras solo unos pocos siguen madrugando para ir a trabajar a la platanera. 
El núcleo duro de ATI se ha confabulado contra el personalismo de Paulino Rivero, constante presidente del gobierno por arte de la pacto magia, al que se le detectó hace tiempo el síndrome del emperador, y trata por todos los medios de que se baje del machito y entregue los juguetes, pero el egregio sauzalero, lejos de someterse a las presiones, no parece albergar otra intención que no sea la de perpetuarse a sí mismo y aguarda, sibilino, con los ojos chiquitos y azorrados, a que el motín provocado por el aspirante a sustituirle, termine siendo abortado por las dudas y la precipitación.

Si fallan en el envite, los daños colaterales dañarían seriamente la línea de flotación del entramado coalicionero, pues podrían perder el bastión inexpugnable de La Laguna, presentando a un candidato perdedor y a partir de ahí, la inmediata reacción en cadena engrasada por los impredecibles resultados de las elecciones autonómicas. A día de hoy no existe ni una sola estructura que no se este viendo afectada por el proceso acelerado de cambios que se está produciendo. Un grupo que maniobra detrás de un más que discutible nacionalismo y en función de sus propios intereses, no va a constituir una excepción, máxime si la auténtica corriente nacionalista decide apartarse de este río revuelto, en el que no se espera la aparición de ningún pescador para recoger la inexistente ganancia.
El fenómeno de implosión en Coalición Canaria, más que una posibilidad, es una realidad en ciernes y habría que ver quien se atreve a ordenar las piezas en un puzzle tan complejo.
El lanzamiento interno de berolos augura la liquidación de un invento fundado por los mismos que ahora serían capaces de superar el límite de tensión y reventarlo todo si no se salen con la suya.

artículo Publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 19/07/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/07/19/rebelion-pesebre/554002.html

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