La perversión del lenguaje es un recurso habitual cuando se trata de evadir responsabilidades. Si un gobierno toma decisiones que pueden resultar impopulares, utilizará palabras cuyo significado sea el opuesto a lo que realmente esta haciendo. El objetivo consiste en dulcificar la percepción de la opinión pública sobre unos hechos objetivos, de tal modo que –en el caso de Israel– lleguemos a digerir el terrorismo de estado, como un aceptable operativo militar llamado margen protector. La mentira justificada por la perentoria necesidad de defenderse, sustituye a la verdad de una matanza injustificable.
El brazo violento del sionismo continúa sembrando el espanto organizado en la franja de Gaza. En esta enésima ocasión, el cuarto ejército con mayor potencial del mundo se emplea a fondo, conjugando el verbo matar con mortífera eficacia y valiéndose de la última tecnología. La barbarie sofisticada capaz de lanzar bombas de fragmentación, sinónimo de mutilaciones indiscriminadas.
Una rutina de sangre derramada por inocentes –niños– configura el paisaje habitual en este trozo de tierra catalogado como auténtica cárcel al aire libre. Y entre deflagraciones, la masacre física y psicológica revienta cualquier posibilidad de un eventual proceso de paz, ante la pasividad cómplice de la comunidad internacional.
A los palestinos les salen demasiado caros los excesos cometidos por sus extremidades fundamentalistas, sobre todo cuando enfrente habita el mismo convencimiento de saberse el único Pueblo Elegido.
Todo es anti el otro y nada es a favor de llegar a acuerdos que incluyan cesiones por ambas partes. Llega un momento en el que resulta mucho más cómodo, en términos de rentabilidad política, mantener el clima de confrontación –bélica si es necesario– y escudarse en la sinrazón de una –supuestamente eterna– falta de entendimiento. Así, será posible asignar más presupuesto a la productiva industria de la guerra, desarrollando inteligencia artificial aplicada a un poder destructivo que aumenta en proporción a la profundidad de la estupidez humana.
La sucesión de venganzas y ajustes de cuentas continuará en interminable pesadilla, hasta que no quede nadie para recordar quien tiró la primera piedra. Tan solo la memoria de un absurdo fracaso colectivo.
Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 28/07/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/07/28/matanza-preventiva/555603.html
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