31/12/15

Parlamento invertebrado

Duelo a garrotazos, de Francisco de Goya
Leyendo el célebre ensayo de Ortega, "La España invertebrada", llego a la conclusión de que el antiguo mal que nos aqueja, no tiene explicación política. Los particularismos, como decía Ortega, entendiéndose como tales el separatismo catalán y vasco, pero también el centralismo soberbio, forman parte del problema y expresan una incapacidad histórica. Siguiendo el manual orteguiano, para que cualquier nación prospere, se necesita la incorporación de los distintos pueblos en torno a ese núcleo, al tiempo que se respetan sus hechos diferenciales, creando una unidad compuesta de colectividades diversas. Este modo de conllevar a los nacionalismos, supone un esfuerzo de consideración, por parte de quien presume ser el motor que irradia vitalidad a todas las partes del cuerpo.
Lamenta Ortega que la mediocridad haya sido el común denominador en las clases dirigentes y por tanto, en las masas que reaccionan ante la ausencia de un liderazgo claro, provocando la desmembración y el caos. Añade a esto, que la gesta del descubrimiento y colonización de América, única etapa de auténtico vigor como potencia mundial, en realidad fue una obra popular, carente de la entidad intelectual necesaria para engendrar una civilización avanzada.
Casi un siglo después, la identidad española sigue representando la misma tendencia a la fragmentación. Decía Ortega que los visigodos eran una comunidad de origen germánico, con signos de decadencia y que, en consecuencia, España es decadente crónica.
oleo-noticias-totenartObservando la conformación del Parlamento, y a falta de la constitución de un gobierno presumiblemente débil, o la celebración de nuevas elecciones, persiste el fenómeno de disociación, con un frente populista compuesto por Podemos, sus grupos afines y los independentistas, y por el otro el bipartidismo clásico de socialistas y populares. Pero esta amalgama multicolor y difusa no es algo negativo en sí mismo. Incluso puede ser beneficioso para la buena salud democrática, basada en la necesidad de llegar a consensos.
Lo peligroso está en nuestra entraña, en la genética del odio hacia el que piensa distinto. Lo penoso es la ceguera del que no acepta estrechar la mano a alguien, con el que comparte mucho más de lo que está dispuesto a admitir. Lo terrible es aniquilar al que, en el fondo, admiramos y envidiamos, porque simplemente demuestra ser mejor, por argumentos, por carisma y por convicción.
La vertebración no llegará al Parlamento, si antes no cala en nuestra sociedad. Aceptar que somos una pluralidad es el único modo de entendernos sin seguir fracasando en el intento.

Artículo publicado en la edición digital del Diario La Opinión de Tenerife, el 31/12/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/12/31/parlamento-invertebrado/647794.html


18/12/15

Fiesta de los maniquíes


Rígidos los cuerpos, los candidatos bailan. Son las nuevas estrellas televisivas que, tras recibir cursillos acelerados sobre técnicas de comunicación y liderazgo -unos con más éxito que otros- recitan mantras sobre los beneficios del producto que representan. A su vera, periodistas conductores del espectáculo, calientan el ambiente previo al debate gestionando el vértigo a un ritmo adecuado. Un show viral en prime time, a la altura de las audiencias exigidas, para justificar lo que pagan los patrocinadores.
Hace poco escuché una frase de alguien que decía: "Los programas de televisión y sus contenidos son el relleno, aquello que emiten en medio de lo verdaderamente importante, los anuncios". Y es cierto, porque el dinero que monta este circo global, lo ponen empresas por insertar mensajes publicitarios en sus distintas variantes. Son compañías privadas colocando el interés público al servicio de sus propios intereses.

La mercadotecnia absorbe todo el proceso y maneja las preferencias de los potenciales consumidores. Ahora hablamos de perfiles, no de personas. Ente el público asistente al plató, se distribuyen los modelos sociales por edad, apariencia física, tipo de profesión o de parado. La puesta en escena, las imágenes e ideas que se transmiten determinan el índice de aceptación, o lo que es lo mismo, el volumen de ventas.

No son partidos, son marcas. No son pensadores, son economistas y tertulianos todólogos, a sueldo del imperio mediático. Opinan en el antes, en los cortes programados y en el después de una película de ficción, basada en hechos reales. Los momentos de más tensión, los gestos, las anécdotas, ... Analizan y repiten mil veces el relato -con atractivos matices- sobre lo que ha ocurrido, en la inmediatez del directo, que garantiza ganadores y perdedores con los que seguir alimentando el morbo infantil de la clientela.

El mercado ha asumido el poder. Las formas estéticas se confunden con el ignorado fondo. Los nacionalismos tradicionales, el socialismo, las instituciones, el terrorismo, el estado, son conceptos junto con tantos otros, cuyo sentido histórico desaparece dentro de la lógica del consumo. El capitalismo es una esfera conteniendo un agujero negro que se traga la cultura democrática, transformándola en un logotipo par regalar por Navidad.

Si miras las fotos congeladas de cualquier instante, ves figurantes en modo estático, que bien podrían ser sustituidos por políticos autómatas de apariencia humana. Maniquíes en la pasarela mostrando las últimas tendencias. Fiesta de los candidatos, no los toques por favor.


Artículo publicado en la edición impresa del Diario la Opinión de Tenerife, el 18/12/2015



5/12/15

Occidente ante el espejo


La Decadencia de Occidente, obra del filósofo alemán Oswald Spengler, cuyo primer volumen fue publicado en 1918, vaticinaba el agotamiento de la cultura occidental. Al plantear cual es el verdadero motor de la historia, Spengler desdeña los grandes conceptos -libertad, derecho, humanidad, progreso, justicia, razón- a los que tilda de abstractos porque, en realidad, son una expresión de los mecanismos de poder. Un ejemplo de esta visión es la existencia del dinero o capital, un hecho superior a cualquier ideal. Ninguna constitución reconoce la fuerza del dinero como magnitud política, pero éste triunfa en las sociedades por encima de cualquier otro aspecto.

El dinero elige a los partidos dominantes y somete a la prensa a su dictadura. El sistema educativo también se ideologiza, mediante leyes creadas por los gobernantes al servicio de esa dominación. Según sus propias palabras: "el dinero piensa; el dinero dirige; tal es el estado de las culturas decadentes".
Para Spengler, "la paz mundial significa renunciar a la guerra por parte de una mayoría, que aunque no lo declare, está dispuesta a ser botín de los que no renuncian". Hoy, la civilización occidental dispone de un enorme potencial militar, pero flaquea en lo más importante: su fuerza moral.
El mundo árabe -junto a las potencias emergentes- reclama su derecho a participar del liderazgo global, al acceso a los recursos energéticos, a ser influyente y no objeto de explotación; como un actor interpretando su propio guión, en vez del que le dictan. En este proceso histórico, crecientes oleadas de inmigrantes y refugiados vienen a revitalizar a la actual Europa envejecida y desgastada.
La sociedad occidental está sumida en el hedonismo. La opinión pública permanece sedada por el exceso de información, conformando una masa acrítica de consumidores votantes en el interior de democracias planas. La teatralidad de los políticos es otro ingrediente más en la cultura del espectáculo.
Nuestro modo de vida, asentado sobre un modelo económico insostenible que hace aumentar la desigualdad, deviene en debilidad. La crisis de valores nos ha hecho vulnerables frente a la pujanza de pueblos que forjan su carácter en la dureza del sufrimiento. Los yihadistas que siembran el terror, son parte de una complejidad mucho mayor de lo que estamos dispuestos a asimilar. Se trata de otra civilización que aspira a ser hegemónica, con el vigor de una población musulmana joven, que demanda un espacio geográfico para construir su futuro.
El espejo de Occidente nos devuelve la imagen de un cuerpo encerrado en una jaula de miedo, un esclavo capaz de vender su libertad, a cambio de sentirse protegido. Un ser que no acepta la realidad y prefiere olvidar la verdad de la vida, esperando a que otros hagan el trabajo sucio.

Artículo publicado en la edición digital del Diario La Opinión de Tenerife, el 05/12/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/12/05/occidente-espejo/643376.html


21/11/15

Guerra y silencio

Hobbes se refirió a la guerra como el estado natural del ser humano, con anterioridad a la organización social. Sin leyes que regulasen nuestro comportamiento, nadie pondría freno a las pasiones, que no podrían ser juzgadas como buenas o malas, pues no estarían sujetas a ninguna consideración moral. El más fuerte acaba imponiendo su dominio sobre los demás, mediante el uso de la fuerza. Esta condición de naturaleza continúa reproduciéndose en la actitud de muchos niños a los que no han enseñado donde están los límites, y también en la de los gobiernos de EEUU, Rusia, Europa, Arabia Saudí y otros, al ejercer un solapado terrorismo de Estado, enviando tropas de forma activa, o indirectamente, a través de la venta de armas a regímenes dictatoriales y a grupos relacionados con extremistas radicales.
A casi nadie se le escapa que el intervencionismo de las grandes potencias responde a una compleja lucha de intereses económicos y de posicionamiento geoestratégico. De ahí surgen oscuras financiaciones, adiestramientos y suministros que no figuran en los presupuestos, pero engrasan la maquinaria bélica, una industria que reporta grandes beneficios, mientras la propaganda oficial inventa excusas con las que rellenar historias de inevitables daños colaterales.
Lo que nos está explotando en las narices se llama amenaza global asimétrica, porque consiste en algo tan sencillo como conseguir una metralleta kalashnikov, o un cinturón armado de bombas y llevarse por delante a cientos de potenciales enemigos de un determinado pueblo, de su causa y de su dios. En el momento de preguntarnos por los motivos de la barbarie, habría que comprender que los primeros afectados por el horror son los musulmanes, que acostumbran a morirse lejos -en Irak, Afganistán o Siria- y los miles de refugiados crónicos condenados a subsistir en gigantescos campamentos patrocinados por -qué casualidad- los mismos países que alimentan a los perros de la guerra, para luego hablar de solidaridad ante la conmovida opinión pública.
Esta mañana, cuando paseaba distraído por un centro comercial, me encontré con un grupo de personas guardando un minuto de silencio. De repente, todo enmudeció dando paso a un emocionante acto de reflexión colectiva. Me sorprendió lo que dan de sí sesenta segundos en paz. Tras la pausa, volvió el ruido, los consumidores regresaron a sus puestos y la rueda siguió girando.
Nuestro modo de vida ha desarrollado una gran tolerancia al sufrimiento ajeno, pero cuando descubrimos sangre parecida a la propia, goteando sobre nuestro cristal de seguridad, entramos en pánico. Entonces, sólo el silencio es capaz de explicar lo que nos ocurre. Sólo su escritura invisible y callada contiene alguna respuesta.

Articulo publicado en la edición digital del Diario La Opinión de Tenerife el sábado 21/11/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/11/21/guerra-silencio/640810.html

5/11/15

Poltergeist

Fenómenos extraños en La Moncloa. El día de esa fiesta -antes foránea-, llamada Halloween, se han producido apariciones de zombies políticos, dando ruedas de prensa tras el atril institucional, con las banderas española y europea espantadas ante su pestilente presencia.
Periodistas poseídos por algún encantamiento sin identificar, escupieron preguntas sangrientas sin restricciones. Y antes de las venenosas declaraciones, hemos sabido que han tenido lugar intensas reuniones satánicas en las que se discutieron contenidos prohibidos. Lo más probable es que los espíritus callejeros se hayan apoderado de la voluntad de nuestro presidente Mariano, El Impertérrito, tras atreverse a convocar a los peligrosos líderes malignos para dialogar, en un demoníaco aquelarre de imprevisibles consecuencias.
Las señales del fin del mundo conocido como España, son cada vez más claras. Aterradores relatos sobre reformas constitucionales han sido escuchados en los recónditos pasillos de la sede presidencial. Sombrías propuestas de referéndum salieron de las mismas entrañas de un muerto viviente con coleta. Hay quienes hablan del incesante ruido de cadenas, arrastrando la pena de una transición torturada. Un espectáculo dantesco se ha apoderado de la sala de visitas, donde se mezclaban alaridos de monarcas herederos con el chirriar de sables metálicos chocando contra muros bancarios. En el suelo, quedaban esparcidas bolsas repletas de excrementos empresariales. Varias armaduras militares polvorientas tomaron vida y comenzaron a describir círculos, desorientadas, sin saber a que mando obedecer.
En el vestíbulo de entrada se podían adivinar los rostros demacrados de jueces tuertos, fiscales desdentados de cara amarillenta y abogados ojerosos arrojando esputos verdes.
Podemos afirmar que la locura democrática se ha apoderado del gobierno. Habrá que reclamar los servicios de un sacerdote especializado para que proceda al exorcismo, o estaremos condenados para siempre a ser almas que vagan, por haber renunciado a los votos de la nación indivisible, olvidando que si un maldito catalán te mordía, acabarías convertido en uno de ellos.

Artículo publicado en la edición digital del Diario La Opinión de Tenerife, el 05/11/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/11/05/poltergeist/637508.html



29/10/15

El dinosaurio

Cuando Clavijo despertó, el pleito todavía estaba allí. Y con él, yacían políticos necios que utilizaban el más mediocre de los recursos, pues no encontraban mejor justificación a su propia incapacidad.
Y sonaban discursos vacuos de empresarios rancios, letras amargadas de murgas anacrónicas y gritos de magos expertos en trasegar envidias. Y proferían insultos gratuitos en base a falsas injusticias, prejuicios delirantes, crueles ignorancias. Y mantenían clichés amarrados al pasado, chistes facilones que rebuznar, complejos arraigados en el isleño recalcitrante. Y lanzaban mensajes de odio indiscriminado, quejas que eran como latigazos, flechas inculpatorias. Y volaban acusaciones por encima del mar, piedras sordas que golpean la razón, relatos egocéntricos, mensajes envenenados.
Dos islas mayores, cinco menores y los islotes. Pedazos flotantes de tierra arrancada. En la desestructurada familia canaria, los viejos fantasmas se revuelven en sus tumbas. No toleran que un chico nuevo venga a desmontar la incomunicación que tanto costó construir, negándoles su real derecho a la pataleta oficial. Muchas personas no entendemos por qué algunos representantes públicos siguen utilizando un lenguaje obsoleto en esta singularidad volcánica. Será que no se han dado cuenta de que estamos en el siglo XXI, en la era de la globalización, en la de la revolución tecnológica, en la de saber idiomas, en la de la internacionalización, y sobre todo, en la de la imaginación. Pierden su tiempo y el nuestro, encendiendo hogueras muertas. En Canarias necesitamos gente cualificada, para consolidar un proyecto integrador ante los grandes retos que tenemos por delante. Señores del pleito: váyanse por ahí, piérdanse con el dinosaurio.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 29/10/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/10/29/dinosaurio/636078.html

14/10/15

El siglo de las máquinas

Las máquinas no se hacen preguntas sobre sí mismas y avanzan. Los organismos cibernéticos calculan probabilidades y resuelven complejas ecuaciones. Desconocen el amor y la amistad. Para los androides, los sentimientos humanos son cargas inútiles, que impiden tomar las decisiones correctas. Los autómatas definen la conciencia como un residuo arcaico de la antigua filosofía. La inteligencia artificial elimina de la memoria las manifestaciones artísticas, descartando el valor histórico de la literatura, poesía o pintura, y el de todas aquellas habilidades que no demuestren utilidad práctica.
En el mundo automatizado, las acciones que realizan los individuos tienen un valor objetivo en función de su rentabilidad económica. La reflexión es considerada una pérdida cuantificada de tiempo, y se registra en el listado de actividades inútiles en términos de producción. El sistema de asignación directa, identifica los perfiles digitales de los sujetos y actualiza los salarios según su capacidad operativa. El ciclo vital de los productores-consumidores se establece de acuerdo a los parámetros de eficiencia.

El órgano supremo de información y seguridad, vigila las ideas y comentarios que van en contra de las leyes sobre la circulación restringida de pensamiento crítico. Cualquier intento de sabotaje intelectual, se clasificará y será juzgado atendiendo a su nivel de gravedad. Los inspectores robotizados son instruidos para perseguir el libre albedrío, con facultad para detener y encarcelar a los incumplidores del orden global establecido.
La educación superior se compone de tres áreas fundamentales: Desarrollo de operaciones y almacenamiento de datos, Aplicaciones de la nanotecnología y Ciencias de la Eliminación Selectiva.
Los seres vivos se dividen en tres categorías: Secuenciadores, Distribuidores y Reproductores. Cada espécimen es adiestrado en la tarea específica que le corresponde. Quedan prohibidas las actitudes de protesta y la utilización de instrumentos musicales, así como cualquier expresión alusiva a lenguas olvidadas.
En el nuevo siglo, la técnica gana y el conocimiento muere. La era de las máquinas que evolucionan y siguen sin ir al teatro.

Artículo publicado en la Edición Digital del Diario La Opinión de Tenerife, el 14/10/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/10/14/siglo-maquinas/633130.html

5/10/15

Los Estados Unidos de Canarias



El barrio de Valleseco convertido en un asombroso plató de cine. La Avenida de Anaga, testigo de coches que explotan. Varias calles de Santa Cruz cubiertas de humo artificial, envolviendo trepidantes escenas de acción. Manifestantes, antidisturbios, peleas. Llegó a Tenerife la magia de un circo con mucho presupuesto. Vecinos, curiosos y docenas de parados, esperan su oportunidad, ansiosos por vivir unos días de película.

Ingresos extraordinarios en hoteles, bares, restaurantes. Modernos focos colgados de los balcones. Toda la ciudad esperando que los extraterrestres toquen a la puerta con los fajos de billetes cayéndose de los bolsillos. Te pagan si no abres la ventana, y también si te piden que la abras. Cortan calles, colocan vallas publicitarias en griego, reparten sonrisas y profesionalidad a partes iguales. No olvidemos que esto es una industria, el maná caído del cielo de las superproducciones, otro pequeño paso para el ultra famoso Bourne, pero un gran paso para nuestra anhelada diversificación. Ya el turismo no lo será casi todo. Ahora seremos bien conocidos en todo el mundo, que en Grecia hay mal ambiente y por eso ruedan aquí, como si fuera allí. ¡Corten!.


Cartel de la Película
Bienvenido Mr. Marshall
El rodaje de una ficción cinematográfica, estirando el chicle de la saga, financiada por la factoría del entretenimiento. Un gigantesco decorado, para dejar en estado de éxtasis a los protagonistas de la frágil realidad. La fantasía en la cabeza del director, exportada a los cerebros huérfanos de una cultura diferente.

Las Islas Cancámicas ante la increíble oportunidad que estábamos esperando, un genuino cáncamo, más o menos bien pagado, que nos transportará directamente a la gloria del Star System. Y dicen que vendrán más largometrajes, atraídos por las ventajas fiscales, por la luz y sobre todo por nuestra "cariñosa forma de ser".

La solución de todos nuestros endémicos males viene de la mano de los productores americanos. Ya falta poco para la feliz proclamación de los United States of Canaries (USC), con la bendición de la Virgen de Candelaria, por si acaso.





Artículo publicado en la edición impresa del Diario La Opinión de Tenerife el 05/10/2015


17/9/15

Refugiados en Canarias

Emigrantes canarios rumbo a América

En el nuevo paraíso canario no sabemos mucho sobre lo que siente un refugiado. Solo quienes conservan el vago recuerdo de algún tío o abuelo que decidió abandonar la platanera y la dictadura de los caciques para embarcarse a hacer Las Américas, pueden traernos un trozo del desgarro generacional que provoca el fenómeno migratorio. Es como si, de repente, la memoria colectiva de este pueblo hubiese sufrido un enterramiento prematuro dentro de un ataúd de hormigón armado. Casi nadie habla ya de lo que era Canarias hace cincuenta años, que no son nada, pero son mucho, bajo la política de desarrollismo galopante, entre comisiones de autopistas, aeropuertos y hoteles.

El canario estándar es noble, generoso y solidario, escucho decir a los voceros del invento autonómico, con su folía sonando de fondo. Pero luego, de puertas adentro, llegan susurros de recelo y desconfianza: Y ¿a cuántos van a dejar entrar?; si aquí no hay trabajo para los jóvenes eruditos del extrarradio, pues menos todavía para esa gente que solo habla inglés o francés. ¡Fuerte problema! ¡Oiga, que la culpa es de los americanos, que lo arreglen ellos! Bastante tenemos aquí, que nos quitan las subvenciones y nos deben un montón de perras, como dicen los de Coalición, que siempre defienden "lo nuestro". Y encima, ¡los sirios son musulmanes, igual se cuelan terroristas en medio!; ya lo dijo el Ministro del "Miedo al Exterior". Bueno, un plato de potaje les darán en el centro de internamiento, porque no los irán a meter en pisos, digo yo. Están desahuciando a familia enteras, y ¿les van a regalar una casa a ellos?. Mira que se meten un montón ahí dentro y no hay quien los saque. Yo no soy racista, pero oye, que siguen con sus costumbres, la religión, la comida,...

Barco con refugiados sirios.
En estas afortunadas islas se acepta la piel morena del canario cerrado y cicatero, que se refugia en en propia ínsula de temores y complejos. Sin embargo, no está tan claro el grado de tolerancia ante la llegada de pieles extrañas, que huyen del hambre o de la guerra. Es como si hubiéramos olvidado a aquellos isleños que se fueron  a buscar fortuna en un pasado lleno de paraísos perdidos.




Artículo publicado en la edición impresa del Diario La Opinión de Tenerife, el 17/09/2015


9/9/15

Metafísica de la huida.


Casi todo el mundo huye. Hay quienes huyen en avión, otros lo hacen surcando el mar en un velero — una imagen icónica de la huida — aunque la mayoría pone tierra de por medio utilizando sus piernas, como los que caminan o corren. Se puede huir en un descapotable sin mirar por el retrovisor, o desplazarse en tren y observar el paisaje corriendo hacia atrás, como si alguien estuviera rebobinando la película de lo que tus ojos registran en modo estático, mientras lo vas perdiendo de vista. Dicho de otra manera, nuestro presente es una continua huida de todos los pasados posibles, que a veces aparentan volver por nuestro deseo de huir hacia lo ya huido, para experimentarlo de nuevo o cambiarlo, pero luego nos damos cuenta de que eso es imposible, porque el olvido siempre se impone como el más potente impulsor del acto de huir.


Cualquier día es bueno para huir y es mejor aceptarlo, antes de arrepentirse por no haber huido a tiempo. 

Puedes huir montado en bicicleta, subido a unos patines, o en una piragua siguiendo la corriente de un río, que es una importante cantidad de agua que huye hasta desembocar en el océano, gigantesco basurero recogedor de millones de toneladas de materiales y residuos que huyeron de algún sitio. Practicar cualquier deporte es una gran excusa para huir por tu cuenta o con la complicidad de otros. Hay recintos dedicados a acoger campeonatos en los que participan atletas, que compiten por saber quien es el más rápido huyendo, o por su destreza en diversas disciplinas "huyentes". La velocidad representa un mérito añadido en el acto de huir, cuando hablamos de los pilotos de carreras, que dan vueltas a un circuito, huyendo por llegar el primero a la meta. No obstante, si no eres un fuera de serie, pero deseas disfrutar en la carretera, una moto te proporciona la posibilidad de sortear el tráfico y los atascos provocados por largas colas de huidores, además de la facilidad para aparcar en la puerta de cualquier lugar, y volver a salir huyendo de ahí en cuanto quieras.

A menudo, ciertas huidas logran fama y reconocimientos. Tal es el caso de los osados que acometen expediciones para escalar montañas, ascendiendo con gran esfuerzo hasta sus cimas, de las que inmediatamente salen huyendo cuesta abajo, ante el riesgo de padecer congelación o locura transitoria. Los lobos de mar emprenden huidas solitarias y baten récords enfrentándose a tormentas y grandes olas. Tirarse en parapente constituye una atractiva modalidad de huida, ya que te permite sobrevolar las cabezas de las hormigas humanas y descubrir como huyen de un lado para otro. Normalmente casi todo el mundo huye de emular estos espectaculares retos por el riesgo que comportan. Sin embargo hay gente que necesita chutes constantes de adrenalina, para dar sentido a sus huidas. Los aspirantes a astronauta deben obtener un alto grado de preparación, si quieren que los elijan para llevar a cabo su huida espacial, consiguiendo huir de la gravedad, propulsados por cohetes que los empujan hasta que llegan a un punto crítico, cuando el módulo se separa y comienza la experiencia de los cuerpos que flotan mientras huyen. 

La huida puede ser activa o pasiva, voluntaria o forzosa. En este último caso, existen personas como los inmigrantes o refugiados de las guerras, que se ven impelidos a salir huyendo de sus países, constituyendo una huida triste y dura, por el peligro cierto de perecer en ese tortuoso trance, o incluso en el caso de salir ileso, arrastrar para siempre el desarraigo y la tristeza del ser humano al que la ausencia de solidaridad señala como huidor ilegal. Se podría deducir que los países ricos huyen de los pobres y que, en consecuencia, las personas hacemos lo mismo, huyendo de conmovernos demasiado o de tomar las riendas y hacer algo por mejorar las condiciones de la huyente realidad que nos rodea, y que amenaza con invadir nuestro desdén. El recurso de cerrar los ojos ante la evidencia, es una absurda característica y se encuentra generalizada en la típica huida hipócrita.

Hay personas que huyen a meditar, y seguramente, casi todo el mundo ha huido alguna vez mediante el consumo de drogas, por una cuestión de curiosidad o por simple vicio desaforado. Los viajes y evasiones que proporcionan ciertos compuestos químicos, más allá de los conocidos efectos del alcohol, el cannabis, la cocaína o la heroína, pueden provocar verdaderos trastornos que precisan de tratamiento psiquiátrico, una especialidad médica basada en devolver al paciente la conciencia de sí mismo, procurando que al mejorar, continúe huyendo de una forma aceptable por parte de la sociedad. Los cuadros de ansiedad o depresión constituyen una huida descontrolada, algo así como dejar el manejo del coche en manos del volante, en una flagrante huida de la responsabilidad, así que los fármacos inhibidores de la huida, actúan en el cerebro del conductor-paciente para que recuerde y sepa decidir en cada momento hacia donde quiere huir, sin perder el dominio de su huida particular.

Casi todo el mundo asiste a eventos que son huidas habituales y generalizadas, como celebraciones religiosas — bodas, bautizos, comuniones — o todo aquello que implique un encuentro gastronómico en compañía del agradable refugio etílico. Las huidas a fiestas de cualquier índole nos reportan grandes esperanzas en el éxito de una forma de huir que consideramos cómoda, y que en muchos casos garantiza satisfacciones y tremendos delirios de grandeza. La huida inmersa en el placer del sexo casualmente esporádico o rutinario, sea gratuito o alquilado, supone uno de los principales antídotos de la huida violenta o explosiva, porque las relaciones íntimas atemperan las energías y relajan las ganas de huir. 

Un estadio de fútbol define casi perfectamente la emoción que sienten miles de personas, que han huido a presenciar, al mismo tiempo, el mismo partido en el que los jugadores ídolos de las masas huyentes, se dedican a huir noventa minutos tras el mismo balón, con un árbitro que los persigue y a la vez, huye de entorpecer sus evoluciones, viéndose obligado en determinadas ocasiones, a huir de la ira de los aficionados. Las formas más exacerbadas de radicalismo están presentes en casi todas las esferas de la vida, con particular incidencia en las ideologías políticas y en las religiones, que nutren de verdades pretendidamente absolutas a soldados de sus convicciones o de la fe en un dios, llegando a convertirse en terroristas que deciden inmolarse, atentando contra la vida de otros, en el convencimiento de su huida extrema al paraíso de la salvación. Absolutamente, casi todo el mundo proyecta fantasías y se instala en ellas el mayor tiempo posible, llegando a saltar de unas otras continuamente, en un vano intento de huir de la madurez, hasta que una sacudida vital los devuelve a la certeza de la insoportable levedad del ser huyente.

Casi todo el mundo, si se encuentra en plenitud de facultades, es capaz de elegir entre huir al monte o a la playa, hacer una excursión o incluso dormir en tienda de campaña bajo las estrellas. Mención aparte merecen los viajes organizados, tipo cruceros o similares, donde los viajeros alienados contratan los servicios de un guía dejando en sus manos el asesoramiento y planificación de los restaurantes, monumentos y demás visitas turísticas que van a realizar en su huida planificada. 

La huida laboral es, con casi total seguridad, la más rutinaria de las huidas. Si no estas aburrido o en el paro, huyes a la oficina compartida, a un lujoso despacho, o a visitar clientes, para mantener largas reuniones de las que a su vez, quieres salir huyendo porque se parecen mucho unas a otras. En casi todas las empresas, los empleados huyen del jefe y los miembros de los distintos departamentos recelan unos de otros en lo que sería una flagrante huida de la confianza mutua. Las ferias y grandes foros internacionales son verdaderos enjambres de empresarios, portavoces, funcionarios, políticos y oportunistas huyendo entre sí. 

La búsqueda del sustento, a la que sigue la ambición y el deseo de poder sin límite es una característica única y especial en la huida latente de los seres humanos, que se sirven del concepto dinero, un medio de pago que históricamente ha generado desarrollos, explotaciones, deudas y conflictos. Los métodos especulativos en los mercados financieros, han conseguido que la forma de huir del dinero basado en la producción real de bienes y servicios, haya mutado en una huida virtual que no se corresponde con la riqueza real, con la particularidad de la introducción de expertos en ecuaciones matemáticas, que calculan las variables de la huida, consiguiendo que el valor de cambio este constantemente huyendo de los sitios que dejan de interesar. El dinero muda de piel, según la capacidad económica y la calificación crediticia de los deudores que hipotecan su dignidad, huyendo de de la implacable persecución de los acreedores. En este sentido, el individualismo nos hace presos de la huida egoísta. Los estados utilizan sofisticados instrumentos para inducirnos a huir de la libertad en sentido amplio, siendo precisamente el miedo— la más poderosa de las emociones—, que nos inoculan a diario, valiéndose de los medios de comunicación y de la publicidad, el más socorrido elemento creador de estados de shock en la conciencia social huyente

Huir es el acto más cotidiano por tratarse de algo completamente adecuado, un instinto primario y universal. El hombre y la mujer se encuentran en un estado constante de huida y sólo durante unos diminutos instantes, se detienen para reflexionar hacia donde quieren continuar huyendo. El ser huyente denota inteligencia. La máxima de que huir es una demostración de cobardía se revela rotundamente falsa. Los espermatozoides más valientes salen huyendo disparados y el que logra fecundar un ovulo, acaba convertido en un nuevo ser que sale huyendo de la protección del útero materno. Cuando eres niño, huyes al colegio porque quieres jugar y ves pasar las tediosas horas de clase, aguantando las ganas de salir huyendo al recreo. Más tarde, cuando te enamoras, no te cansas de huir todo el rato para estar con tu pareja, y un tiempo después, acabas sintiendo el deseo de huir de esa misma persona, y huyes al bar o con los amigos, aunque en muchas ocasiones terminas huyendo de vuelta a casa, una vez se te ha pasado el impulso de la huida inicial. Las mujeres también se dejan arrastrar por el dulce atractivo de la huida, y al igual que los hombres, quieren huir de papá y de mamá, pero con frecuencia acaban huyendo de los problemas para buscar el consuelo del nido. El hogar de la infancia es principio y final de casi todas nuestras huidas. A casi todo el mundo, si se está despierto o soñando, que es el modo que aprovecha el subconsciente para huir, le gustaría pensar que se puede huir del esposo o esposa, y de uno o varios amantes, durante un tiempo, o de casi todos ellos para siempre. De hecho, las separaciones son genuinas manifestaciones de la huida, que puede ser mutua o unilateral, aunque todo elemento físico que huye provoca ciertas contradicciones, basadas en las dudas entre optar por huir de frente en dirección al que ha huido de ti, o huir en el sentido contrario. Las huidas en falso abundan a lo largo de nuestro ciclo vital.

Absolutamente casi todo el mundo, piensa o ha pensado alguna vez en huir de la soledad o de la compañía, según los casos. No siempre se decide huir al momento. Los hay con gran capacidad para huir despavoridos y están los que se lo piensan con calma, porque son de huida lenta, parsimoniosa. Prácticamente casi todo el mundo suele huir con la mente, en especial los que están encarcelados o sufren un secuestro, pues se ha comprobado que es muy posible huir sin moverse del sitio. Casi todos los artistas expresan su original vía de huida y la muestran a los demás. La música, escultura, pintura, literatura, fotografía, danza y demás manifestaciones artísticas, nacen y se desarrollan en los indescifrables procesos de la huida. Los actores y actrices de teatro, cine y televisión son unos auténticos profesionales de la huida que actúan disfrazados de tantos personajes, como la huidiza imaginación permite a guionistas, productores y directores de grandes relatos sobre las múltiples recreaciones de la huida. En el universo poético abundan las huidas metafóricas que nos enseñan una sensibilidad estética que rompe con los convencionalismos, y lo mismo sucede cuando contemplamos un cuadro de estilo abstracto. El surrealismo es la huida más genial y transgresora y nos ayuda a re interpretar la importancia casual de nuestra huidiza existencia.

Hay infinidad de madres y padres que andan desesperados por huir de sus hijos, del mismo modo que estos acaban huyendo de los padres, incluso los que se quedan a vivir juntos, porque aunque compartan el mismo domicilio, las personas se dedican a huir unas de otras por diferentes medios: el televisor, internet, los auriculares, el móvil, la tableta. Hay acciones de la vida doméstica, como lavar los platos, barrer, fregar, planchar, poner la lavadora y tender, que se ejecutan, o bien en forma de huida solitaria, o se hacen en equipo, dando lugar a una huida en común, que no deja de ser una forma más de huida. Merece especial atención la aparición de las redes sociales, que han significado un gran avance tecnológico en el progreso acelerado de la huida global. Casi todo el mundo huye hacia tendencias, modas y vídeos que pueden adquirir la categoría de fenómeno viral, para inmediatamente huir de ellos a mayor velocidad aún, desencadenando sucesivas huidas hacia los subsiguientes, que pronto son abandonados en un auténtico frenesí huidor. 

A cada momento surgen innovaciones en la ingeniería biológica y en la medicina en general, tal es el afán por alcanzar una vieja aspiración: huir del deterioro físico y de la muerte. Casi todo el mundo comprende que se dediquen millones del presupuesto a la investigación científica y a las misiones en el espacio exterior, puesto que, en un futuro no tan lejano, habrá que huir de esta Tierra para colonizar otro planeta que cumpla con los mínimos requeridos para la supervivencia. Si no se consigue a tiempo, se intentará vivir en una nave que reproduzca el medio ambiente terrícola o lo simule por medio de experiencias sensoriales, que sirvan para huir de un entorno cerrado, creyendo que nos transportamos a un bosque de pinos o hacemos submarinismo deleitando nuestra mirada entre caprichosos arrecifes de coral. 

Siempre tendemos a huir. Huimos al dentista cuando nos duele una muela o al terapeuta de turno que nos convenza con masajes o recetas de que lograremos huir de nuestras lesiones y dolencias musculares crónicas. Huimos de estar gordos haciendo dieta sana y también se huye de la delgadez exagerada. Huimos al supermercado, al taller, o a tirar la basura. Tropezamos con una piedra y a pesar de que intentamos huir de la torpeza o de equivocarnos, tarde o temprano acabamos tropezando con otra piedra, que puede ser distinta o parecida a la anterior. Las piedras—al igual que casi todo lo que esta casi siempre en reposo o quieto—, presentan la apariencia de no haber huido jamás y de que nunca huirán a ninguna parte, pero dada su pertenencia a la fuerza gravitatoria de la Tierra, de su estrella, y de los demás planetas que forman el sistema solar, es lógico pensar que huyen, si bien lo hacen de forma involuntaria. Por tanto, el hecho de desconocer, o negar la circunstancia de estar huyendo, no quiere decir exactamente que no se huya, sino casi todo lo contrario.

Casi todo el mundo ha huido de la falta de amor. Este concepto, el amor, produce particulares escozores y alucinaciones que desembocan en huidas a corto, medio y largo plazo, y que además se manifiestan hacia fuera—cuando entregamos amor al otro—, o hacia dentro—cuando nos queremos a nosotros mismos. Huimos a dormir cuando estamos cansados de tanto huir. Huimos de cualquier cosa y, por supuesto, de nuestras emociones. Huimos del frío y del calor. Huimos del aburrimiento y de la zozobra, aunque nuestra condición no nos deja eternizar los momentos de alegría, así que huimos hacia la tristeza o el abatimiento para después, querer huir del llanto y la preocupación, provocando sonrisas que pronto desaparecerán huyendo ante los nuevos acontecimientos que se presentan, unos perfectos huidores estos últimos, por cierto. Si nos hartamos, iniciamos una veloz huida hacia la cólera y el rencor, que no es sino una terca huida del perdón. Huimos a consumir de forma compulsiva lo que nos venden los anuncios, convencidos de que seremos más felices, aunque en el fondo sepamos que es mentira. Casi todo el mundo huye de la sinceridad, inventando historias para ocultar la verdad y quedar bien con los demás o con la propia conciencia. Los delincuentes huyen de la policía, como polos opuestos cumpliendo la ley de los que huyendo, se atraen. El tiempo, que todo lo huye, acaba pasando factura a nuestra huidiza fragilidad. Los segundos, minutos, horas, días, meses y años no se detienen y nos llevan en volandas en su aplastante huida. Casi todo el mundo es consciente de que hemos llegado hasta aquí desde la nada, y que nunca podremos evitar que nuestra huida nos lleve de vuelta a la nada.
Existen tantas maneras de huir, que la cantidad de variaciones en los tipos de huida tiende a infinito. Un gran número de personas huye de sus vecinos, de la familia o del perro. Con el paso de los años, casi todo el mundo suele acusar una curiosa patología: la huida de la memoria. Incluso cuando aún somos jóvenes, nos empeñamos en huir de los malos recuerdos y si nos someten a una operación, la anestesia es el mejor invento para huir del dolor. Llevamos inoculado el gen de la huida desde el principio de la existencia, pues había que huir de los animales peligrosos, de las inclemencias meteorológicas, del hambre y de la sed. También está el problema de las tribus rivales, de las que no siempre se huye, aunque podemos considerar que el hecho de atacar a los otros es una modalidad de lo que se conoce como huida hacia adelante. De igual modo, nos empeñamos en huir por encima de un problema, ignorándolo o desplazándolo hacia un futuro próximo, porque es más cómodo huir de la solución. Al final, por mucho que huimos, el problema nos revienta en la cara, así que tenemos que enfrentarlo para seguir huyendo por otros caminos.

Casi todo el mundo, tarde o temprano, pretende huir de sí mismo. Con toda probabilidad, esta es la forma más difícil de huida, por engañosa y esquiva. Adoptamos millones de sarcasmos, falacias o ficciones, tratando de convencernos de que podemos huir de quienes somos. Y llegamos a creer que lo hemos conseguido, pero irremediablemente, nuestra conciencia nos hace huir a encontrarnos con el yo que quiso independizarse de su propio ser huyente.

Desde un punto de vista filosófico, el acto de huir es positivo, pues casi siempre huimos en la búsqueda de mejorar nuestra situación. A lo largo de la historia, muchos soñadores y líderes revolucionarios han conseguido enormes transformaciones, seguidos por movimientos sociales en pos de la huida de la miseria, de la injusticia y la desigualdad, a través de medios pacíficos o violentos. El uso de las armas ha significado casi siempre una huida — casi siempre por intereses económicos — de la paz. Lo habitual en el ser humano es la lucha interior que libran el bien y el mal, aunque no siempre se pueden identificar bien los límites entre uno y otro, variando según los valores y el código ético de cada cultura o civilización. En todo caso, casi todo el mundo huye del bien hacia el mal y viceversa, presionado por las vicisitudes y por la fatalidad de los que no conocen otra solución que no sea huir.

Casi todo el mundo se pasa la vida huyendo y el que consigue llegar a viejo, porque ha tenido la inmensa fortuna de huir de enfermedades o accidentes, suele esperar a que la incapacidad física o psíquica lo lleven a emprender la huida definitiva. En este punto, debemos anotar que ese hipotético final de la materia no debe interpretarse como una huida sinónima de cero, sino la transformación necesaria que nos permite continuar huyendo envueltos en agujeros negros de dimensiones desconocidas que, casi con total seguridad, se dedican al noble arte de la huida. Lo cierto es que, si lo pensamos, casi todo lleva implícita la tendencia a huir. Las profundas causas de la huida van desde lo sencillo hasta lo complejo. El movimiento, a veces imperceptible, esta ligado a las infinitas formas de huida de forma intrínseca, como la luz que huye de la bombilla, el humo que huye del fuego, el sonido que huye del altavoz, las ideas que huyen del cerebro y las palabras que brotan huyendo de los dedos del escritor. Casi definitivamente, nuestros genes son descendientes del primer conjunto de átomos que precedieron a sus imitadores más avanzados, en el origen de la huida universal.


22/8/15

Casualidades



Pura casualidad llamarse Rodrigo Rato, tener acceso directo al despacho del ministro del interior, y pedirle que dé órdenes para que las mismas instituciones de las que te aprovechaste, valiéndote de tu nombre y de tu cargo, se encarguen de protegerte.
Coincidencia la de subirte a un ataúd flotante atestado de compañeros refugiados sirios, compartiendo idéntica mezcla de miedo y esperanza, con la vista puesta en la utópica solidaridad europea, un concepto cultural y político en decadencia.
Cosas del azar como declararte ciudadano griego y, aunque suene raro, haber trabajado casi como cualquier alemán de la misma edad, pero vivir de lo puesto y escuchar que hay que aceptar otro rescate del rescate, a costa de seguir profundizando en la depresión social y económica.
Curioso formar parte de una plantilla de obreros en una fábrica que se encuentra justo en el norte de China, y verte obligado a salir huyendo de la muerte con tu familia, porque quizás algún mando intermedio no prestó mucha atención a eso del peligro que entrañan los agentes contaminantes, aunque a quién le importa la salud pública cuando el gobierno ha prohibido parar la producción.
Extraña la circunstancia de ser una chica joven en Cuenca y llamar a una amiga para pedirle que te acompañe a ver a tu ex novio, y concluir el día siendo sus víctimas, porque se da la paradoja de que, aunque en alguna ocasión te dijo que te quería, en realidad es un psicópata asesino que, además, cuenta con la complicidad de otros para dar rienda suelta a los instintos de siempre.
Afortunado encontrarse a salvo de las bombas de racimo, escapar de la vigilancia de los drones o pasear sin temor a pisar una mina, mientras corres esquivando el fuego cruzado entre israelíes y palestinos; o desconocer la sensación de asistir a tu propia decapitación, por cortesía del Estado islámico, en vivo y en directo.
Feliz el hecho de permitirte el lujo de observar el mundo desde una hamaca con sombrilla situadas en el borde de la piscina del hotel, con gafas de sol y la cerveza bien fría, rodeado de ingleses retostados y contentos.
Relajante sensación la del tacto con el agua, cuando introduces tu cuerpo y nadas, ajeno a los accidentes de tráfico que sufren tus semejantes en la autopista cercana.
Sorprendente el ruido de cristales rotos, seguidos de un grito a sólo unos metros. Tranquilizador que sea un anecdótico vaso de cristal en el suelo, con ausencia de sangre en la piel del niño guiri. Pero por una milésima de segundo, pensar que ya te había tocado el premio gordo en la lotería de las tragedias, por el hecho casual de estar situado en las coordenadas exactas, acordes a la secuencia espacio temporal de este universo veraniego en concreto.

Artículo publicado en la edición digital del Diario La Opinión de Tenerife el 22/08/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/08/22/casualidades/624779.html

8/8/15

Dependencia global



La independencia es una aspiración que podemos considerar como el deseo legítimo de cualquier mayoría ciudadana, que decide acudir a las urnas y votar por esta opción. La voluntad popular ejerce su derecho a la autodeterminación, manifestando el sentimiento de pertenencia a un lugar concreto. La reproducción del universo costumbrista conforma el hecho cultural, otorgándole un carácter específico. El relato nacionalista emplea esa amalgama de emociones para crear símbolos –banderas, himnos y otras manifestaciones del patriotismo–, justificados en la exaltación de un pasado lleno de teóricas luchas por establecer los límites de lo que atañe a la defensa del estado propio, institucionalizando las tradiciones y la lengua. Así, queda bien delimitada la línea divisoria entre el interior de un pueblo y su exterior. La frontera física establece la diferencia, generando una barrera psicológica que apela al instinto de protección. El desarrollo posterior de este razonamiento excluyente es la imposición de la xenofobia, que ensalza las virtudes históricas y advierte sobre las amenazas foráneas. El separatismo se retroalimenta, generando desconfianza a ambos lados de una valla construida con materiales cuya solidez termina revelándose tan necesaria como ficticia.
Lo cierto es que el actual proceso de globalización está cambiando el tablero geopolítico. La dinámica clásica de los grandes bloques evoluciona hacia acuerdos comerciales –entre países o continentes– que suprimen las regulaciones de los estados, bajo la presión de las multinacionales, con el objetivo de seguir resultando competitivos, ante un mercado laboral centrifugado por una profunda transformación tecnológica. En este contexto, insistir en el concepto de lo autóctono, de lo especial y único, es un ejercicio válido como atractivo turístico, pero pretender declararse una entidad aislada de la operativa de los mercados financieros, o desafiar a las instituciones comunitarias y supra nacionales, que ejercen el dominio sobre el rumbo de las políticas de los países miembros, supone estar ciegos o aparentarlo.
Detrás de la resistencia al nuevo mundo global –antagónico al viejo en el que prevalecía la soberanía local–, está la incuestionable pérdida de control sobre todo aquello que creíamos ser. La idea de retroceder y partir la tarta europea en pedazos orgullosos de sí mismos, no es compatible con el compromiso intelectual y político que nos ha proporcionado las mayores cuotas de convivencia pacífica.
Tendremos que dejar de preguntarnos qué puede hacer por nosotros el sistema capitalista neoliberal –en forma de nazismo económico si se quiere–, para comenzar a cuestionarnos qué podemos hacer nosotros para mejorarlo, en el marco de una revolución democrática, que esté a la altura de las circunstancias. Encerrarnos en nuestra torre de marfil no nos va a solucionar nada. Tal obviedad es la que deberían asumir esos servidores públicos, que andan proclamando el amor a su tierra y a los suyos, cada vez que prometen el advenimiento de la felicidad catalana, griega o española.

Artículo publicado en la edición digital del Diario La Opinión de Tenerife, el 08/08/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/08/08/dependencia-global/622350.html


8/7/15

OXI


El referéndum es un instrumento democrático y los griegos han ejercido su derecho a opinar. Es curioso que este no rotundo expresado en las urnas, sirva para fortalecer la idea de Europa, una Europa muy diferente a la actual. Ya no se trata sólo de volver a insistir en el choque entre la cultura mediterránea y la ortodoxia germana. Este antagonismo se hace patente desde el momento en que al norte se le ocurre montar un club e invita al sur a hacerse socio, a cambio de firmar una unión económica con una moneda común. Una pretendida igualación, que no se corresponde con realidades sociológicas tan diferentes.
Comenzaron inventando el euro, sin profundizar en el desarrollo de una armonización fiscal y sin aprovechar la capacidad de la política para crear espacios de construcción ideológica. Y ahí esta el origen del problema. Los burócratas que trabajan al servicio de las instituciones -antes Troika- el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, aplicando las recetas del neoliberalismo, no conectan con los ciudadanos que se ven afectados por sus decisiones. No hay diálogo con la gente. Solo reuniones al más alto nivel, discusiones sobre aspectos técnicos, amenazas e intentos de manipulación. Quieren que sigamos aumentando los recortes para que podamos pagar la gigantesca deuda que ha contraído, principalmente, el sector financiero, cuando se ha demostrado que esto supone una terrible contradicción. Sin políticas para impulsar el crecimiento, no hay forma de generar las condiciones necesarias que permitan afrontar los pagos exigidos.
La voracidad de los mercados es ilimitada. Se puede especular con la soberanía de un país en una pantalla, al mismo tiempo que en otras pantallas fluctúan valores de todo tipo, desde materias primas hasta una multinacional de comida rápida. Debajo de esta operación a gran escala llamada crisis, está el juego macabro del impuesto sobre la barra de pan y el litro de leche que necesita una familia con todos sus miembros en paro, está el temor de los jubilados que han trabajado toda su vida, está el contrato basura que firma cualquier joven con formación universitaria, están las dificultades para sobrevivir de las pequeñas empresas, están los desahucios, los suicidios. Está el factor humano.
Grecia necesita reformas, pero cuando llaman vagos a los griegos, me pregunto si los verdaderos holgazanes no serán los que los acusan, que deberían ponerse a trabajar a fondo en buscar soluciones para salvar a las personas, en vez de seguir insistiendo en mantener vivo un sistema que no convence porque se ha vuelto ajeno, insensible a las necesidades de la mayoría de la población. 
En la España de la recuperación rajoyana, aumenta la desigualdad, la exclusión social ya es estructural y la pobreza sistémica. Hemos cumplido con los deberes, y todavía no es suficiente.
Pues miren ustedes, va a ser que no. OXI.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 08/07/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/07/08/oxi/616675.html

25/6/15

A la izquierda de Madrid

Una mujer sucia está tirada en la acera y, a pocos metros, el último modelo de Porsche aparcado por fuera de un lujoso hotel. Una desafortunada situación, aunque lo único que se escucha es el exasperado ruido condenatorio sobre ciertos tuits irreverentes. La desigualdad y la vileza son buenas amigas y no conocen fronteras.

Cientos de paseantes llenan la Feria del Libro, animando la fiesta de la supervivencia cultural. Los barquitos del Retiro hunden sus remos en la placidez de otra soleada tarde. Llegan aires de cambio, pero Madrid no cambiará de aires. La primavera suda un trasiego constante de bares en ebullición. Día y noche se dan la mano, cumpliendo un viejo rito iniciático, en la ciudad que nunca cierra.

“Y llegó ella…y la ciudad dio un vuelco.”
Movimiento de Liberación Gráfica de Madrid
Los veteranos ojos de Manuela Carmena recuerdan a los de Tierno Galván, maestro y cómplice de la movida y de las flores. La esperanza, siempre latente, ya no se apellida Aguirre, ni se pierde, sola, entre la alta sociedad. Ha bajado a la calle y espera en cualquier esquina a que un taxista sabio la recoja, para llevarla de vuelta al lugar al que siempre perteneció, junto a Sol.

El compás del taconeo en el metro se cuela por los respiraderos y asciende a la superficie, escondido tras un grupo de turistas extasiados. Malasaña explota de tiendas y en los mercados, la tentación se hace carne, sangría y papas bravas. Los músicos callejeros pululan por las terrazas repletas  cuando llega la madrugada, lamen sus heridas a la luz de la luna, maullando su eterno lamento de gatos bohemios.

El pueblo que se hizo grande uniendo trozos de todos los pueblos, mestizo y tradicional, vanguardista y señero. El icono urbano de una transformación posible. Bajo este cielo atronador, mandarán a sacar algunos cadáveres exquisitos de sus museos, los vestirán con una traje de domingo y los dejarán a cara descubierta, para que la dignidad les grite su vergüenza. Y después, que dejen paso a la alegría.



Artículo publicado en la edición impresa del Diario La Opinión de Tenerife el 25/06/2015

4/6/15

Crisis líquida



La realidad adquiere una nueva dimensión en este tiempo líquido. Un ejemplo extremo es la actitud grotesca de Esperanza Aguirre, a la que no parece importarle arrojarse a la humillación pública, con tal de seguir aparentando ser la lideresa de algo. La estrategia de ayer se enjuaga con la de hoy y, si persiste la mancha, podrá blanquearse mañana.

En un escenario fragmentado, los pactos entre fuerzas que presumían de representar la diferencia, son como el agua limpia mezclada con la turbia, corriendo por las cañerías del poder, hasta alcanzar las sedientas tragaderas ciudadanas. El acuerdo que se está fraguando ahora, tal vez se disuelva pronto, dando lugar a otra situación distinta, aunque similar a la del principio. Lo más importante es que el siguiente relato parezca atractivo, siempre después de consumir un spot publicitario, con el penúltimo modelo de felicidad transitoria.

Las voces agoreras que anuncian apocalípticas inestabilidades, no han reparado en que la incertidumbre será la constante y que las relaciones duraderas han pasado a la historia. Ahora se llevan los encuentros casuales, sin compromiso. No existen elementos con la suficiente solidez como para plantearse proyectos a largo plazo. En la medida en que aumentamos el volumen de conversaciones a través del whatsapp, vamos generando eventos con un alto grado de inmediatez y por tanto, de absoluta provisionalidad.

El mundo de la modernidad líquida, que el sociólogo Zigmut Barman pronosticó a finales de los noventa, se manifiesta  en todos los sectores de nuestra sociedad. La identidad –también en los términos políticos– se vuelve escurridiza y voluble. La globalización provoca pérdida del sentido de pertenencia, lo que nos conduce a comportarnos como individualidades interdependientes, que fluyen en las múltiples decisiones que afectan a la comunidad.

Esta transformación social abre un nuevo horizonte de posibilidades en el ejercicio de la acción política y económica, porque las organizaciones jerárquicas pierden vigencia en beneficio de formas de participación mucho más versátiles, con instrumentos democráticos de poder colectivo, proporcionados por las nuevas tecnologías.

Podríamos encontrarnos a lo largo de una larguísima legislatura, con varios gobiernos igual de legítimos, compuestos por personas diferentes en cada caso, sin que ello suponga necesariamente entrar en períodos de crisis. Quizás, esta palabra de connotaciones tan negativas, sea la solución lógica en una etapa de aceleración. La crisis muta, reaccionando ante idénticas mutaciones en el entorno, revelándose motor y clave de la evolución humana.

Artículo publicado en la edición impresa del Diario La Opinión de Tenerife, el 04/06/2015


20/5/15

El cambio no es político

La ilusión del cambio flota en los eslóganes de la campaña electoral. El mensaje renovador que nos trae una política diferente, un punto y aparte para olvidar el pasado y construir algo mejor a partir de ahora. La mágica solución de una huida hacia adelante es el hilo conductor en las palabras y los gestos de los candidatos. Si me votas, haré que tu vida sea mejor, aunque represente a la organización de un partido que lleva años gobernando, o a otro que explica vagamente lo que hará si llega al poder.
Hoy, con el estado de bienestar en cuestión y el actual proceso de precarización social, la capacidad de los líderes políticos ha pasado a un segundo plano. El mercado, sin presentarse a las elecciones, es quien establece los límites del espacio que gestiona el Estado. El capital financiero erosiona el escudo protector de lo público, favoreciendo la implantación del liberalismo en plena globalización, ante la ausencia de una alternativa práctica. Los intereses de una deuda creciente marcan la agenda de las prioridades. El área de influencia y la toma de decisiones políticas sobre los sectores estratégicos está cada vez más condicionada por los intereses de las grandes corporaciones, que operan como entidades supranacionales.
Bajar los impuestos, aumentar el gasto en Sanidad, Educación y Servicios Sociales, crear empleo de calidad, reducir la dependencia energética, reformar el sistema educativo, caminar hacia otro modelo productivo. Son gigantescos brindis al sol, lanzados alegremente por personas que, aún ostentando cierta coherencia intelectual o la más absoluta de las ignorancias, nos piden que confiemos en unas estructuras rígidas, anquilosadas en un tiempo antiguo, fósiles de la democracia arcaica.
El verdadero gran cambio no vendrá de la mano de atractivas marcas políticas, ocupadas en extenuantes encuestas de opinión y en disputarse el centro del tablero con argumentos poco originales. La tierra prometida tampoco nos será entregada por algunos de sus asesores y técnicos más cualificados. Muchos profesionales que trabajan el interior del dinosaurio administrativo, saben que la delgadez de los presupuestos impedirá cumplir unos programas llenos de humo.
La revolución tecnológica y biomédica que se está produciendo es el verdadero motor de la nueva historia. Las ideologías, y con ellas las instituciones conocidas, van quedando atrás. Lo mismo sucede con los modelos de negocio tradicionales. El clásico antagonismo entre izquierda y derecha se diluye en un sistema monocolor, cuyos padres fundadores son la élite de ingenieros y pensadores que están creando el mundo que viene, desde sus laboratorios de Google, Uber, Yahoo, Pay-Pal, Apple o Airbnb. La ingeniería genética y los avances en la prevención de enfermedades degenerativas, romperán nuestra concepción de la existencia y la propia naturaleza del hombre se convertirá en objeto de transformación tecnológica. Y todo esto ya está ocurriendo, mientras nuestro primitivo cerebro decide qué papeleta va a introducir en la urna.

Artículo Publicado en el Diario La Opinión de Tenerife el 20/05/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/05/20/cambio-politico/607577.html