El acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos, les sirve a ambos para recuperar protagonismo y culminar un giro hacia el centro político. Por contra, la pinza entre PP y Podemos, negando cualquier apoyo a lo que no sea el afianzamiento de su apuesta hegemónica, los sitúa como aspirantes a reeditar el bipartidismo clásico, aunque el éxito de su enroque es más que discutible.
La llamada nueva política ha resultado ser un sucedáneo de la vieja, pues los recién llegados utilizan las mañas de siempre, con el asalto al poder como objetivo único. La entrada del Congreso vuelve a parecerse a un portal que da acceso a otra dimensión, una realidad paralela provista de sillones, atril, despachos y un bar lógico donde abstraerse de tanto surrealismo democrático. Los parlamentarios se sumergen en un mundo acorazado, en el que se dedican a recitar monólogos y fingir que se pelean, dedicándose insultos o bromas según la circunstancia. La virtud del ejercicio político desaparece, suspendida en un limbo de oradores, que acaban desoyendo el irremediable tronar de la calle.
Seamos bienvenidos al teatrillo de la penúltima desvestidura nacional.
Artículo publicado en la edición digital del Diario La Opinión de Tenerife, el 02/03/2016
http://www.laopinion.es/opinion/2016/03/02/desvestidura-nacional/659275.html
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