27/2/14

El chollo del día

Una gran cola interrumpe la silenciosa rutina de la calle principal. La puerta del comercio permanece custodiada por dos armarios empotrados con pistola y licencia para inmovilizar a quien ose dirigirles una mirada sospechosa, pero ni su inquietante presencia, ni el viento frío que golpea los ánimos con sutil dureza, consiguen atemperar la ansiedad de los que esperan su oportunidad: quizás una camisa o unos zapatos, tal vez una tostadora, con suerte un televisor de plasma, quien sabe lo que deparan los  montones de cajas bien distribuidas en hileras paralelas que van dejando en medio varios pasillos por los que correr. Pelearse por llegar primero y ganar la batalla con una sonrisa de relativa dicha, porque lo conseguido acaso esté por debajo de las expectativas. Hoy es ahora y aquí, todo a precio de saldo, la irresistible tentación de comprar gangas y ver como aumenta la intensidad del emocionante momento cuando se aproxima la hora de la apertura. Cientos de personas se apiñan dando forma a un fenómeno social que comienza en la necesidad, continúa dando rienda suelta a la pulsión consumista y termina en un acto público de contagiosa novelería, y aunque no siempre se desarrolla en ese mismo orden de prioridades, nadie puede negar lo que estimula la ilusión de una felicidad provisional, la maravilla de conseguir chollos, que es algo así como burlar al sistema, al poseer varios productos por unos pocos euros, cosas que a priori no se sabe muy bien si de verdad te hacen falta a ti o a alguien de la familia, pero por si acaso hay que aprovecharlo, y expandirlo a los cuatro vientos, no se puede escatimar la posibilidad de alcanzar tanto por tan poco.
Las empresas se hacen publicidad y liquidan sus excedentes en un festival de ventas que transforma la somnolencia habitual de las tiendas en un espectáculo de gritos, desmayos, anhelos y congojas incluyendo entrevistas en directo para la televisión canaria, el ente audiovisual especializado en el fomento de nuestra cultura popular para mayor gloria de la mediocridad oficialista.
Mientras tanto, en Ceuta, otra multitud muy diferente trata de traspasar una barrera hecha de miedo e intolerancia. Son jóvenes víctimas de la desesperación que sueñan con cambiar su destino, que sólo desean labrarse un futuro mejor, que apenas albergan la remota esperanza de tener fortuna y acariciar el chollo de trabajar mucho por muy poco, al servicio de los conocidos como europeos, extraños integrantes de una comunidad gobernada por burócratas al servicio de los intereses del capitalismo financiero, el mismo que ahonda la brecha entre los más pobres y los muy ricos, el de los que sonríen llenos de autosatisfacción al comprobar los grandes beneficios que resultan de sus estrategias mercantilistas.
Un día cualquiera no habrá vallas ni policías suficientes para contener la avalancha de la realidad y este desorden económico, antisocial y despolitizado que sigue alimentando a los polluelos del águila fascista, se verá superado por los acontecimientos, cuando en nombre de la justicia y la dignidad humanas, una turba de rostros febriles decida tomar el poder de todos los chollos por la fuerza.

Artículo publicado en: 
El La Revista Digital "lacasademitia" el día 19/02/2014
http://www.lacasademitia.es/articulo/firmas/chollo-dia-rafa-dorta/20140219063422026947.html
El Diario La Opinión de Tenerife el 27/0272014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/02/27/chollo-dia/528247.html

17/2/14

Abstencionismo social

Comienza un nuevo espectáculo preelectoral y el gobierno del PP se apresura a lanzarnos mensajes optimistas y promesas que no logran disipar la sensación de vacío, pues hace tiempo que vagamos entre el estupor y la indiferencia. La presunta oposición ejercida por el PSOE trata de recuperar el espacio perdido pero continúa sufriendo el desgaste propio de quien no consigue generar ilusión de cambio por más que lo intenta. Mientras tanto, surgen nuevos partidos a  derecha e izquierda de las oficiales buscando capitalizar el descontento general, aunque su capacidad de movilización resulte todavía muy dudosa.
La llamada crisis ha cambiado a la sociedad no así a la política representada por unas oligarquías  dedicadas a auto perpetuarse en su propio ecosistema, llevándonos a la conclusión de que la realidad vive en un lugar muy diferente al que pretenden mostrar como nuestro. 
Los problemas de la calle son el pan de cada día  para los medios de comunicación desesperados por sobrevivir a una revolución tecnológica que se esta llevando por delante no sólo determinadas profesiones sino la forma en que entendemos las relaciones humanas, en la aún incipiente fase de un fenómeno globalizador que traslada el mundo al plano digital a gran velocidad. La economía al igual que la información, la cultura y todo lo que nos rodea viajan de un lado a otro de forma instantánea y cada vez con menos intermediarios que puedan interferir o participar en los intercambios.
El distanciamiento entre la clase política tradicional y la ciudadanía se alimenta de la incredulidad sobre el valor del trabajo que realizan los que sólo se acercan a pisar el mismo suelo cuando necesitan el voto, mediante campañas de publicidad maniqueas por lo que una gran parte de la población identifica la abstención activa como la mejor forma de castigar la corrupción rampante y el aparente descaro con el que se manejan los denostados servidores de los intereses generales, rechazando de esta forma la actitud individualista de muchos políticos con una reacción de individualismo puro, cuando lo colectivo debe nacer del esfuerzo común de todos los actores sociales, incluidos los votantes.
En este estado de hartazgo social con la política a merced del mercado y la avalancha mediática sumida en un bucle infinito, la verdad es que nadie cree en casi nada, lo que a fin de cuentas significa no confiar en ningún proyecto de convivencia que aporte un mínimo de bienestar.
Nos convertimos de este modo en un modelo de sociedad abstencionista en todos los aspectos, en la falta de compromiso, en la ausencia de valores estables, en la desconexión voluntaria de lo que ocurre por apatía, en renunciar a emprender cualquier tipo de lucha por defender los derechos adquiridos, en aceptar sin más la pauperización del trabajo, y en definitiva, en hacer dejación de nuestra responsabilidad y abstenernos de todo, hasta de nosotros mismos.


Artículo publicado en el diario digital "Lacasademitia" el 17 de febrero de 1014
www.lacasademitia.es/articulo/firmas/abstencionismo-social-rafa-dorta/20140217070543026867.html