25/9/14

El otro Pedro


Pedro Sánchez recorre las televisiones a la búsqueda de los votos perdidos. Aparece en prime time entrando en el plató sonriente y desenvuelto, en un honrado esfuerzo por parecerse a alguien joven, dinámico, sensible, la pareja que cualquier madre querría para su hija, el rostro fresco de un nuevo líder, el mejor representante de la regeneración democrática, el antídoto a Pablo Iglesias.
Pero hay algo que no termina de encajar. Quizás sea el peinado demasiado perfecto, o tal vez los dientes tan blancos, quién sabe si cuando llega a casa habla del mismo modo, con esa estudiada sintaxis, loable y desesperada pretensión por ganar firmeza. ¿Se soltará el pelo en la intimidad, mascullando exabruptos o mantendrá el tono preciso, correcto, vocalizando hasta el aburrimiento?.
Resultar creíble generar ilusión, emocionar. Todo lo que hace el último producto comercial del partido socialista obsoleto español, va encaminado al titánico objetivo de frenar el derrumbamiento de unas siglas y su significado histórico. Y no escatimará ninguna posibilidad que le pueda acercar a donde están los ciudadanos, según sus propias palabras, cuando llamaba en directo al programa campeón de la incultura hispánica: Si se trata de entrar en millones de casas a través del Sálvame, estoy encantado. Si tengo que someterme a los experimentos frikis del Hormiguero, allá voy raudo. Lo mismo me da una declaración en el Congreso que hacerme un selfie con el presentador más mediático que haya. Aquí estoy, como un Clark Kent descubriendo al Superman del siglo XXI, el novio progre de la Barbie, un hijo formal de clase media. Soy un hombre sano, deportista, llevo una mochila copiada. Les presento este magnífico colchón. Lo que me ofrezcan. 
Se nota que eres un hombre de partido, fiel al stablishment, amamantado por Susana Díaz y debes sentir a menudo cómo te susurran la cantinela los viejos barones. En tus sueños, se repiten las mismas imágenes: grandes discursos que son letanías de los omnipresentes González y Guerra. Demasiado peso que cargar, amigo Pedro. Para romper con el pasado de verdad, no es suficiente el lavado de imagen ante los medios, porque la estructura sigue estando ahí, casi intacta.
Pedro Sánchez también es un hombre de estado y por tanto, socio que participa de los principales acuerdos con la otra pata del eje de poder político-económico, heredero de una transición que se ha vuelto intransitable. Sus críticas a Rajoy suenan a chiste y la responsabilidad de ejercer la más que imprescindible oposición al gobierno, no existe. Su capacidad de propiciar un auténtico cambio se parece mucho a cero. 
Has llegado tarde a la fiesta Pedro, a deshora, y encima estás muy sobrio como para poder comunicarte en igualdad de condiciones con los que llevamos bebiendo toda la noche. La izquierda se marchó hace rato, cansada de esperarte. Se fue con su amiga la utopía. Ahora se llevan genial. Hay que ver como cambian las cosas. Y por cierto, deberías hacerte amigo de esos a los que llamas populistas porque te niegas a pronunciar su nombre. No les tengas miedo. No te van a hacer daño, sólo dan voz a lo que piensa a gritos la inmensa mayoría. Tú no lo sabes, pero en realidad ellos te representan, a tu otro yo, no al que vemos delante de las cámaras. 
Ya te darás cuenta.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 25/09/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/09/25/pedro/565900.html


16/9/14

Desnudos en el Paraíso

La capacidad de sorpresa continúa superándose a sí misma ante el descubrimiento de nuevas certezas. El caudal informativo nos presenta un sistema con enormes agujeros en sus estructuras hegemónicas. Las mentiras del pasado salen a la luz señalando a representantes públicos que habían acumulado cierto grado de respetabilidad, y que ahora se declaran deshonestos o son acusados de cometer todo tipo de irregularidades desde posiciones de privilegio.
El poder estaba corrompido y lo sigue estando. Ya no cabe otra conclusión para resumir los usos y costumbres de todos aquellos que en algún momento fueron tentados por la codicia.
Sería injusto excluirnos –a la población en general– de la responsabilidad adquirida por haber convertido las prácticas poco éticas en una parte fundamental de nuestro modo de vida. La democracia real se construye entre todos y no debería dejarse en manos de la clase política, como un ente ajeno y abstracto, para que la gestionen en privado, sin contar con nuestra participación activa y frecuente. Es imposible cambiar todo lo que nos indigna limitándonos a la queja recurrente, como si fueran otros los que tienen que arreglarlo en nombre del pueblo, pero sin contar con su complicidad.
Tenemos mucho que decir y poseemos un alto grado de influencia en el diseño del nuevo tiempo que se avecina. El derrumbamiento del modelo anterior exige dar un paso adelante por parte de los protagonistas del relevo generacional. Los sectores sociales deben implicarse en la adopción de actitudes que promuevan la integración y la participación de la ciudadanía en ese proceso transformador. Las siglas o marcas políticas van a perder importancia en favor de la percepción que tengamos sobre la credibilidad de los aspirantes a administrar los desafíos de la globalización.
La historia de una tormenta financiera que desata varias crisis en un barco llamado fraude, nos reduce a la condición de náufragos arrojados a un paraíso que nos resulta extrañamente familiar. Nos encontramos desnudos de ideas y las referencias anteriores ya no sirven, así que nos toca inventar una alternativa a lo que conocemos. Un proyecto de economía al servicio del bien común y el influyente lobby ciudadano dedicándose a compartir cuotas de felicidad, repartiendo los dividendos para garantizar la estabilidad de los implicados en esta apasionante aventura.
En nuestro interior sabemos que no es el único, pero si el mejor camino que podríamos tomar.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 16/09/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/09/16/desnudos-paraiso/564303.html

10/9/14

Algo sobre la belleza

En el puerto viejo de Marsella encuentro una estructura cuyo techo es un gran espejo en el que me veo reflejado. La coincidencia con otros seres y esa imagen que nos mezclaba sobre un fondo de ondas azuladas. Nuestras vivencias individuales formando parte de este mar antiguo y conocedor de millones de historias. Pienso en ese lugar como un crisol que comprime la belleza, convirtiendo la diversidad en algo homogéneo. 
Las pupilas atrapadas en una puesta de sol frente a La Gomera. El cielo naranja que se va enrojeciendo, pausada, eternamente, hasta dar paso a la suave noche de verano. El espectáculo me sobrepasa y empequeñece la fatuidad de los actores cotidianos. La naturaleza sigue su curso, marcando el paso del tiempo, nuestro verdadero reloj vital.
La terraza parisina alrededor de una mesita redonda con el café, los croissants y un libro de notas, los dedos tecleando la pantalla. El instante único es un monumento a la felicidad, inmortalizada en la mirada de un escritor que al descubrir la ciudad, se descubre a sí mismo. Mis hijos saltando en una cama elástica, me parece que rozan las nubes. Los juegos infantiles rompen las defensas que interpone el pesimismo, y su movimiento invita a nuestra imaginación a saltar con ellos. Podemos sentir que flotamos sobre los problemas y aquello que parecía insuperable, se vuelve circunstancial y pasajero.
El grupo de música árabe tocando en una esquina del Barrio Gótico, un eco de vibraciones ancestrales recorre las grietas de la memoria, rellenándolas de aprendizaje.
La belleza del Antártico, tanto que duele verla. El tiempo se detiene. Los glaciares almacenando la información, testimonio del acontecer que permite a los científicos estudiar el pasado para mejorar el futuro. La imponente presencia de un oso polar, esa belleza salvaje nos identifica con el medio natural. Estamos integrados en un sistema global, provisto de fuerzas que se contrarrestan para conseguir el equilibrio. La capacidad de la eterna lucha por la supervivencia, el desarrollo de las investigaciones que nos hacen evolucionar. El progreso humano en el medidor de la temperatura, y una bandera de paz clavada en el centro del continente helado.
Dos bailarines danzan en el escenario, pasión, tristeza, amor, duelo, alegría, muerte. La relación entre dos cuerpos bellos que se abrazan, que se besan, que discuten, que se alejan y vuelven a acercarse, en un continuo vaivén de emociones. La explicación de nuestras contradicciones, la imperfección humana ejecutada de manera casi perfecta, mostrando el sentido de una existencia efímera, pero sólo un momento de lucidez equivale al universo entero. Esta belleza artística y espiritual conecta con el dios que llevamos dentro.
Roma, la gran belleza de un mito en decadencia. La magistral ceremonia cinematográfica de Sorrentino, pletórica de colores y de personajes en el filo del surrealismo. Los años pasan y la belleza continúa ahí, en las ruinas de una civilización que se resiste a perder su magnificencia. Las risas en la comida con los amigos, la complicidad de vernos madurar, y de saber que seguiremos repitiendo los rituales, por encima de todo. La magia de la belleza cabe en una pequeña gota de lluvia en el parabrisas. La belleza modula nuestra visión subjetiva y resuelve el conflicto con la realidad. 


Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 10/09/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/09/11/belleza/563537.html