25/5/17

Cyber-yo

A la ocurrencia de preguntar, en voz alta, si alguien es capaz de definir nuestra hiper realidad, le sigue una fuerte sensación de vaciamiento. La única manera de asimilar la inmaterialidad, pasa por entender que vivimos dentro de un relato de ciencia ficción. Términos como ciberguerra, aluden al abandono del mundo físico, a la creación de un sabotaje artificial perpetrado por intangibles desarrollos informáticos. La lucha por el poder se circunscribe a la utilización de armamento virtual, un nuevo modelo de colonización que distorsiona muchos de los conceptos que nos habían sostenido hasta ahora. Esto afecta a la visión que tenemos de nosotros mismos, a una noción de la propia identidad, que creíamos invariable. Yo me llamo X, trabajo en la empresa Y, tengo una pareja Z, y dos hijos, XZ. El problema llega cuando, por sorpresa, de la nada o el todo digital, aparece un intruso que te secuestra a ti y a tu familia, o a alguna de las corporaciones a las que estamos íntimamente conectados. La encriptación de los datos equivale a retirar el cordón umbilical que te une al sistema operativo, esa omnipresente matriz que aprende de nosotros y de la que, a su vez, necesitamos nutrirnos. Respirar significa permanecer enganchados sin remedio a una relación tóxica, por la extrema dependencia emocional que lleva implícita. la simbiosis espasmódica que mantenemos con las máquinas, no es sino un reflejo del ancestral instinto de supervivencia.

La anarquía de hackers delincuentes - mercenarios o frikis - que, vistos de otro modo, se asemejan a paladines justicieros que ponen en jaque nuestro modo de vida auto instalable, supone una disrupción. Pero esta excepcionalidad es rápidamente atendida, la brecha se separa y, la puerta trasera, sellada, para devolvernos la estabilidad tranquilizadora.

Nuestra normalidad se compone de un mejunje amorfo, compuesto por críticas acuosas, mutuas acusaciones escandalosamente virales, acompañadas de miles de tuits estériles, más la correspondiente loción de pos verdades etéreas, lo que determina la imposibilidad de cuestionar el hipnótico ritmo de la información global. Nuestro perfil humano ya no existe, solo es una combinación de X, Y, Z, alojada en la nube. El salto en la evolución que transforma al pequeño dios interior, y lo acaba descifrando como un algoritmo universal.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 25/05/2017


11/5/17

StartUp política

Las emociones lo son todo. También en la política anacrónica y tan necesitada de una profunda renovación conceptual. En Francia, Macron gana, pero el respiro de alivio es solo parcial, porque el joven nuevo presidente será un parche al que se identifica como un "continuista aliado de las multinacionales y de la globalización". El recurso del mal menor se adueña de las conciencias en las democracias decadentes, con el resurgir de extremos que apelan a la recuperación de la identidad nacional. El fenómeno opuesto ocurre a años luz del oficialismo rampante. La alternativa es que no hay alternativa utilizando métodos del pasado, estructuras rígidas que los últimos movimientos sociales y políticos se empeñan en imitar. Las élites seguirán existiendo y una mayoría de votantes asustados tirará hacia la indefinición del centrismo moderado.



Pero la realidad no cambia por el simple hecho de colocar en el teórico poder a un anti líder de marca blanca. La sociedad en general lleva tiempo reclamando, incluso de forma inconsciente, una disrupción total. Y no para destruir el sistema, sino para formatearlo, de tal modo que acabe emergiendo otro muy distinto. Algo parecido a esto, lo están llevando a cabo miles de emprendedores y creativos de las Startups, ideas emergentes y oportunidades que nacen, crecen o mueren para volver a nacer, en un constante proceso de invención, donde el fracaso es valorado y financiado como la mejor semilla del éxito. No estaría mal que a la explosión de talento que está teniendo lugar en los viveros tecnológicos, se le uniera el propósito de cambiar la relación entre los individuos y las formas de gobierno. Y que este desarrollo tuviera una capacidad de integración acorde a la evolución del propio individuo, dentro de una economía basadas en el intercambio de servicios entre particulares y en la futura autofabricación de los productos que consumimos. Las aplicaciones que miden el termómetro emocional de los clientes, personalizando sus parámetros de conducta, podrían rasgar fácilmente las vestiduras de la política carpetovetónica y dejarla en cueros, para proveernos de una desconocida y sorprendente racionalidad.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 11/05/2017.


4/5/17

Las piedras y los días

Esfinges metamórficas y calladas. Rostros esculpidos por un delicado viento de corrupción. Rocas alisadas en la eternidad de juicios altoparlantes. Piedras milenarias que en otro tiempo fueron cargos estratosféricos de lo público. A la vista de todos yacen desnudos, sin trajes ni chalés accesorios y sin cuentas en La Suisse. Carroña petrificada para la curiosidad de jóvenes gaviotas ávidas de poder, hambrientas sucesoras en los reinos del azul futuro. 


Hay algo de romántico en la dieta, a veces carnívora, algunos días herbívora, y casi nunca lacto vegetariana, del gran dragón gallego. Hoy desayunaré huevos de Bárcenas con jamón; más tarde, un aperitivo con frutos secos del Aznarato; en el almuerzo, un buen filete regado con vino denominación Aguirre; a eso de la media tarde, un gin-tonic a Rato y, para cenar, ensalada con Nachos González, graciosos trocitos de navío semi sumergidos en salsa de aguacate, que nadan a la deriva. Un ratito de lectura placentera sobre astros del fútbol, y hasta mañana, que será otro día de "cosas que hay que hacer bien hechas", mensajes de apoyo inequívoco, porque "yo no sabía nada, y además esa persona es de la total confianza del partido", seguidos de otros condenatorios, al estilo "quien la hace la paga, ya se lo digo yo". Y "no hay más preguntas". Próxima estación: El Gobierno en el centro de una mega urbanización, construida sobre ruinas históricas. La piedra angular con gafas, que sobrevive a la catástrofe habitual de lo que queda de su familia de piedras, antes compañeras de la política pedregosa, ahora fósiles hallados en cárceles y destierros televisivos. Como la laja que lanza una mano diestra sobre el lago de aguas turbias, las ondas crean más ondas, hasta llegar a los oportunos desagües. El pueblo, pueblerino y emancipado de todo mal, respirará tranquilo al ver remansarse la ciénaga. Después, otra piedra y otra más tarde. Se van hundiendo hasta que descansan, plácidas, en el sueño rajoyano, manteniendo el el fondo de lodo compacto, dureza pétrea. Las estaciones cambian, pero la piel del gran dragón gallego nunca cambia de aspecto. Su corazón fuerte resiste al paso de los días y de las piedras. y solo en la mirada extraviada, el entrañable hálito nostálgico de aquel administrador de provincias.


Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 04/05/2017.