27/1/14

Singapur de Gran Canaria



Cardona se fue a Madrid y no quiso desaprovechar el momento para llamar la atención, largando un deseo tipo mega proyecto faraónico de esos que recuerdan a los años de la burbuja. El anhelo de convertir la ciudad de Las Palmas en una gran urbe al estilo de Singapur, con sus altísimas torres, su skyline, su centro financiero, todo muy acorde al desarrollismo urbanístico por el que suspiran las neuronas del alcalde pepero y a buen seguro las de algunos honestos empresarios de la construcción venidos a menos.
¡Oh! sí, ya estoy viendo esa gran capital económica y comercial compartiendo protagonismo con su vecina, rival y compañera, la no menos orgullosa Hong Kong de Tenerife, el sueño del triunfo neoliberal materializado en nuestro frágil territorio, al fin una identidad cosmopolita gracias al fantástico boom especulativo que engendrará la nueva estética urbana.
¡Oh! ya, gran negocio, que visión la de este preclaro regidor, porque este es el modo en que los canarios lograremos subirnos al tren del progreso, seremos más cultos, más ricos, más ultramodernos, más sofisticados.
César Manrique estaba equivocado, eso de integrar la construcción en el paisaje no vende y lo de recrear nuestras singularidades tampoco, no vale la pena imaginar un lugar diferente, especial, único.
El alcalde quiere imitar la arrogancia de la city, engordar la desmesura del capital financiero, aumentar las moles comerciales, cubrir la arena de asfalto, y erigirse en el faro occidental de África, el gran continente donde surgen las oportunidades de inversión, un enorme mercado con millones de potenciales consumidores.
¡Oh! el sueño hecho realidad, avenidas de oro y diamantes, maravillas arquitectónicas, futuro referente mundial del lujo aquí mismo, en Canarias, el paraíso de muchos políticos cegados por la intensa luz de un sol hecho de acero y hormigón.
rafadorta@blogspot.com

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife el 27/01/2014
http://www.laopinion.es/opinion/2014/01/27/singapur-gran-canaria/522454.html


13/1/14

Matar al hijo

Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos". Sócrates ( 399-470 AC).
En este tiempo de descreencias el debate generacional se sitúa en el fondo del inevitable relevo. Las estructuras de poder envejecen cuando se miran al espejo de una nueva sociedad que no se reconoce en la torpe insistencia de los que continúan aferrados a la idea de controlar algo para lo que no están preparados. Su propio miedo al cambio los inhabilita pues son los herederos de un sistema pre-democrático cuya memoria educacional está vinculada al autoritarismo. Con todo, fueron capaces de construir un modelo de libertades que necesita ser revisado, y esto solo puede hacerlo la generación mejor formada de nuestra historia, la que no puede seguir más tiempo taponada por los empeñados resistentes del siglo veinte, aquellos que identifican a los jóvenes rebeldes como parásitos sociales, en contraposición al chico obediente que no les da problemas, cuando las transformaciones más trascendentales siempre las han provocado actos de pura rebeldía llevados a cabo por inconformistas. Se hartan de decir que en el siglo veintiuno no hay líderes porque en realidad no quieren ser liderados, no están dispuestos a entregar el testigo, obstaculizando las iniciativas rompedoras infantilizándolas, segándoles cualquier posibilidad de decisión autónoma y haciéndoles sentir incapaces cuando son ellos los que han generado tal incapacidad.
En las esferas de poder político y económico muchos parten de un planteamiento erróneo: la histórica guerra del mundo viejo contra el mundo nuevo, cayendo en el mismo proceso mental atávico, la actitud egocéntrica que no les permite mirarse a sí mismos y reflexionar sobre la cantidad de jóvenes que son capaces de imaginar otra democracia, otra política y otra economía, y que demandan su colaboración para mejorar la realidad, dejándoles paso y ofreciendo su apoyo en vez de poner barreras condenándolos a vivir atados al pasado.
Si el padre no confía en el hijo, éste no confiará en sí mismo, y si esto ocurre lo habrá matado a él y a su futuro.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife el 13/01/2014


3/1/14

Rajoy y la esperanza

Rajoy dice que tenemos –tiene– derecho a la esperanza, porque si continua profundizando en las reformas, en dos años habrá finalizado la legislatura con el deber cumplido, la obligación de transformar la España de la crisis en un estado asociado a la Unión Europea que ejecuta a la perfección las directrices económicas que se le dictan desde los centros de poder económico. El manual neoliberal habrá tomado forma partiendo a la sociedad en dos bloques muy bien diferenciados, una mayoría sin acceso a las mejores oportunidades frente a la minoría privilegiada. Muchos dirán, empezando por el propio Rajoy, que esto no tiene otra solución, que no hay alternativa y que hay que hacer lo necesario por duro y difícil que resulte, adoctrinando a los que aún tengan razonables dudas sobre la fiabilidad de este gobierno vintage, que llama progresista a la ley más retrógrada de nuestra joven democracia, el aborto según Gallardón, ese lobo feroz que escondían aquellos ojos de cordero, o cuando el ministro más Wert-gonzoso deconstruye el concepto de educación pública. No faltarán quienes defiendan la fuerza purificadora de las exportaciones, y las excelentes noticias para los inversores extranjeros que apuestan por un país de grandes y provechosas oportunidades –para ellos–, certificando el advenimiento del principio de la recuperación, un planteamiento que conlleva un coste social cuya magnitud aún no alcanzamos a calibrar. Este próximo año, el gobierno de la mayoría absolutista seguirá a lo suyo, resucitando a la derecha más rancia, la que ya no tenía sitio en nuestra moderna pluralidad, regresándonos al pasado del catolicismo recalcitrante, misógino y homófobo, el de la Iglesia de antes, el de los curas con sotana encerrados en el armario de la hipocresía, el de los que presumen de valores cristianos mientras practican la intransigencia con los sectores más débiles, porque están convencidos de que la realidad debe ser cosa de desiguales, de buenos y malos, de normales y extraños, de pobres y ricos.
Rajoy estará satisfecho, porque su ideal de un lugar llamado España cada vez se va pareciendo más al que imagina para sus nietos, los niños que jueguen con los niños y las niñas con las niñas, la sanidad decente y los buenos colegios para quien los pueda pagar, los contratos laborales cortitos y justitos, los cambios en la Constitución ya veremos que eso de estar cambiando sólo se lo permito a Soria, según la luz que nos alumbre; y ya puestos a pedir, que el anuncio de la lotería de Navidad lo hagan en blanco y negro, y que la caspa gris vuelva a inundar nuestros hogares y llene los reformados corazones de dicha y felicidad.
Ha llegado la buena nueva, ya se acabó lo malo, lo hemos dejado atrás, un camino hecho de lágrimas y espinas, pero vuelve la confianza, no lo dudemos ni por un momento, debemos creer y callar y esperar.
Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 3 de enero de 2014.