19/3/15

TTIP, el secreto mejor guardado


El Acuerdo Trasatlántico para el Comercio y la Inversión, conocido por su acrónimo en inglés, TTIP (Trasatlantic Trade and Investment Partnership) comenzó a fraguarse en noviembre de 1990, con una declaración firmada por George W. Bush, Giulio Andreotti y Jacques Delors. Posteriormente, tras una disposición previa en 1998, la creación de un Consejo para la Armonización Legislativa en 2007 y la puesta en marcha de un Grupo de Trabajo en 2011, el largo y lento recorrido de este tratado entró en su fase final, cuando en febrero de 2013, se reunieron Obama, Van Rompuy y Barroso para anunciar el comienzo de las negociaciones.

La opacidad con la que se ha llevado a cabo el proceso negociador, está provocando enormes recelos e incertidumbres sobre sus efectos en la ciudadanía. La Comisión Europea, que cumple un mandato negociador conteniendo información reservada, no ayuda a despejar las dudas razonables que existen ante esta deliberada falta de transparencia. Los eurodiputados tienen muy restringido el acceso a la documentación relativa al tratado, silenciado tras la puerta de una sala de máxima seguridad, y está terminantemente prohibido desvelar su contenido. Además, la aprobación final no se someterá a ningún referéndum y los estados miembros no podrán presentar enmiendas a la totalidad del proyecto. Nos encontramos frente a unas directrices económicas de corte neoliberal, que se aplicarían por igual en los países europeos, quedando estos incapacitados para llevar a cabo políticas distintas a lo establecido en el pacto comercial.

Por otra parte, la máxima autoridad judicial competente, será administrada por un tribunal supranacional cuya potestad estará por encima de la de los estados, un órgano privado bajo la influencia de las grandes transnacionales, que operaría al servicio de sus intereses. Cada vez que la legislación de un gobierno dificulte el desarrollo de sus actividades, estas mega corporaciones podrán imponer sus criterios mediante el sistema de resolución de conflicto Inversor-Estado (ISDS son sus siglas en inglés) con la consiguiente desprotección de los derechos de trabajadores y consumidores, así como el incumplimiento de las regulaciones vigentes en materia laboral y ambiental. Las supuestas líneas rojas trazadas por La Comisión Europea en lo relativo a la libre entrada de alimentos tratados con sustancias químicas, como en el caso de los pollos desinfectados con cloro—habituales en EEUU— muestran hasta qué punto llega la presión para hacer saltar por los aires la seguridad alimentaria en Europa.

El objetivo principal del tratado no debería ser otro que el de aumentar el volumen comercial, incrementando el intercambio de bienes, servicios e inversiones entre EE.UU. y Europa, lo que favorecería un impulso económico entre dos áreas con un peso equivalente a casi el 60% del PIB mundial. Sin embargo, las trabas arancelarias apenas existen en la actualidad, con tasas muy bajas a los dos lados del Atlántico, con lo que, tras la fachada de un teórico avance del libre comercio, se oculta algo mucho más complejo y controvertido.


La cristalización y puesta en práctica de decisiones de índole geopolítico y estratégico, como la reducción de la dependencia energética de Rusia, al permitir la producción de hidrocarburos obtenidos a través de una agresiva técnica, el fracking (fracturación hidráulica que libera el gas natural de las rocas a gran profundidad, a base de inyectar a presión una mezcla de agua, arena y productos químicos) que goza de mucho éxito en EE.UU, ejemplifica el impacto negativo de una operación a gran escala concebida a espaldas de la opinión pública, y que concede aún más impunidad a las poderosas multinacionales, evidenciando la confirmación de un singular empeoramiento en nuestros estándares de vida.


Artículo publicado en la edición impresa del Diario La Opinión de Tenerife el 17/03/2015



11/3/15

Libertad y Realidad


El pensamiento crítico, como base de la libertad individual que aspire a ser colectiva, se encuentra en el centro de la crisis ética que vive el mundo occidental. Bajo el monoteísmo del sistema financiero especulativo, aparecen movimientos sociales y políticos que tratan de rescatar la soberanía y el contrato social vigente en la sociedad del bienestar, pero sus objetivos teóricos entran en contradicción con el avance del proceso globalizador.
Mientras las empresas multinacionales ganan poder obteniendo mayores beneficios, son los mercados quienes establecen el valor a futuro de un país, en función del riesgo que implica el hipotético impago de su deuda. Escapar de esta realidad pretendiendo ir por libre es un noble y estéril ejercicio de ilusionismo. Una redistribución más equitativa de la riqueza pasa, inexorablemente, por la sustitución del modelo capitalista.
El eje izquierda-derecha, como representación del antagonismo oficial, ha perdido legitimidad y va desapareciendo ante una realidad que impone su propia lógica sobre las ideas. El humanismo y la filosofía carecen de recorrido para construir un relato alternativo al del mercantilismo. La educación sigue anclada en la alienación a unos conocimientos que generan perfiles de individuos pre determinados, sin margen para explotar la capacidad de la imaginación como potencial y único instrumento transformador.


Un mundo distinto necesita dar rienda suelta a planteamientos que rompan con lo establecido, para conseguir la aplicación de nuevos métodos que cambien en profundidad las relaciones económicas, sociales y políticas. Todo lo que suponga repetir los mismos esquemas está condenado al fracaso de antemano. Las formas de democracia que conocemos ya no son suficientes para garantizar el estado de derecho. La revolución de las libertades tiene que avanzar al mismo ritmo que la realidad si de verdad quiere alcanzarla.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 11/03/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/03/11/libertad-realidad/595029.html


1/3/15

Debate sobre el estado del pasado.


El DEP-015, que también se podría interpretar como descanse en paz este año, ha suscitado un lógico interés en los medios de comunicación, pero apenas conmueve al ciudadano. Hace mucho tiempo que la mayoría absoluta de la población vive indiferente a las representaciones que tienen lugar en el teatro de los diputados. En general, la gente anda ocupada con sus problemas porque sabe que las promesas políticas no les van a solucionar nada, ni ahora ni después. Tan solo cabe esperar a que alguien llame solicitando algún tipo de reparación doméstica, que se cobra sin factura, o que una empresa ofrezca contratar a tiempo parcial, que tampoco viene mal.
Mientras en la tribuna Don Mariano se dedica a torturar la estadística –feliz expresión de Alberto Garzón– y retuerce los números para demostrar que el rescate a la banca ha significado su mayor logro social, por aquí abajo nos hemos acostumbrado a soportar el frío de la precariedad. La población ha interiorizado que la corrupción seguirá circulando por las venas del sistema, y que cada uno escape como pueda. En todo este año, no se esperan sino aluviones de discursos electoralistas persiguiendo voluntades, los ansiados votos que cuelgan, almacenados en las neuronas como inertes papeletas en blanco, y que las soflamas publicitarias deben activar. Asistimos a un decadente espectáculo televisado, donde feroces tertulianos prostituyen la ética, aumentando la sensación de indignidad.
Las leyes del mercado rigen todos los intercambios, desde una ceremonia de entrega de premios hasta el último periódico manoseado en la barra del bar. Todo es susceptible de ser consumido al precio que marque el caprichoso mundo financiero de lo que más venda. Los valores fluctúan al alza o a la baja según las circunstancias de cada momento, el atractivo clásico de Pedro Sánchez o la coleta enérgica de Pablo Iglesias. Las variaciones de la actualidad son meras tendencias en las redes sociales y se suceden éxitos o fracasos sin que nadie se acuerde de prestarles importancia. En este estado de cosas, es normal ver un debate sobre el pasado sin futuro, o un presente que desea el cambio, pero desconfía de sí mismo. 

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 01/03/2015
http://www.laopinion.es/opinion/2015/03/01/debate-pasado/593121.html