27/10/16

Mucho Carlos Alonso

Carlos Alonso, el presidente de todo lo que se mueve en Tenerife, es una rara avis de la política canaria. Su hiperactividad -como sujeto que piensa, actúa y declara- le obliga a una altísima exposición en los medios informativos. Desde luego, nunca será Ricardo Melchior, "ni falta que me haría", pensará Alonso cada vez que recuerda cómo aquél presumía de haber encontrado su mirlo blanco. Sin embargo, la cosa es que el pueblo necesita mayores dosis de cercanía en las distancias cortas, un preciado y escaso bien que no termina de encajar en el extenso catálogo de virtudes de uno de los cerebros más brillantes que se han dejado caer por nuestras grandiosas instituciones públicas.

Carlos Alonso tiene hechuras de parlamentario europeo, y goza de cualidades innatas, como una buena visión de cerca y de lejos, sobradas capacidades técnicas para la gestión, y un punto de intransigencia con los que considera, digamos, un poquito cortos de estatura intelectual. Y claro, no es fácil negociar ni llegar a acuerdos verosímiles, cuando compartes responsabilidades de gobierno con zopencos y mastuerzas sin más formación o carrera que la que se han construido para trepar desde sus pesebres políticos.

Imagen tomada de la web "elbaifoilustrado.com"
Sacar adelante los, siempre ambiciosos y absorbentes, proyectos del omnipresente Cabildo, se pone como las cuestas de La Matanza, si tus interlocutores son una panda de inútiles que no saben hablar ningún idioma ni nada. Ante tremendo problema de base, el rebelde Carlos Alonso saca su perfil más apasionado, pretendiendo que esto cambie de la noche a la mañana, y que se arregle el problema de las colas en las carreteras, que nadie ha solucionado en años, y que los pibes de Añaza sean bilingües, y que, en un triple salto mortal hacia atrás, haya que recuperar el espíritu de ATI. Lo sentimos, todo eso no se arregla ni con los millones de turistas que vendrán el próximo año, ni manteniendo los cursos gratuitos que ofrece la desnuda Cámara de Comercio. Éste es el nivel que hay, y antes de aspirar a impresionantes logros que sitúen a nuestras islas como la plataforma comercial y logística, o hub, que sin duda nos merecemos ser, ya le digo que, primero, tenemos que articular una sociedad civil, que busquemos la forma de sacar a la universidad del ataúd, que recemos para que la Televisión Canaria emita una programación diaria en clave de valores cívicos, con documentales sobre especies desconocidas, cómo educarnos a ser padres, y que paguemos a psicólogos, a ver si nos curan el complejo de inferioridad que padecemos. Ahí ya podríamos empezar a soñar juntos, competir en igualdad de condiciones con muchos Carlos y muchos Alonso.


Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 27/1072016.


20/10/16

Patria y barbarie

Aunque pierda estas elecciones, la Trumpmanía ya ha ganado. Si antes nos atrevíamos a intuir que el stablishment político tenía serias dificultades para hacer frente al profundo descontento que está canalizando a las sociedades occidentales, ahora cunde la certeza de que no saben hacer frente. Los populismos de cualquier  signo ofrecen y hasta garantizan soluciones teóricas, simplificando el lenguaje a base de construir relatos con final feliz. Son el último asidero que le queda a la gran masa de gente precarizada que necesita agarrarse a una identidad local, regional o nacional, la que sea, con tal de recuperar algo de confianza en sí mismos. Mientras tanto, las élites siguen sobrevolando el incendio de la desigualdad, mientras encargan informes a eficientes burócratas. Es el mismo y fatídico error que ya cometieron los consentidores del fascismo en nuestro olvidado siglo XX.

Cuando oyes el lenguaje vacío de Hillary Clinton, sin apenas contenido ni ilusión por contener algo, te das cuenta de que la misma sensación de inanidad resuena, como un eco, a este lado del Atlántico. En la inexistente Europa, se organizan ampulosos actos públicos o privados, dedicados a brindar calurosos homenajes al descreimiento. La parálisis de España  y el estupor político y social que vive Francia, escenifican el final de la destartalada socialdemocracia, junto a una derecha retrógrada que se lo cree demasiado.

Si giramos la cabeza nuclear hacia Rusia, nos encontramos con un patriotismo elevado a la enésima putinpotencia. No en vano, la nostalgia de un pretendido pasado glorioso es denominador común entre una familia moscovita, ansiosa por mojar en vodka su kalavnikov, y otra hija de la Gran Bretaña, autodeclarada antieuropea, porque está harta de ver extranjeros viviendo en su misma calle. Lo más fácil cuando llegan forasteros portando noticias amargas. Los llamamos inmigrantes, refugiados o bancos centrales, que vienen a recortar nuestras ganas de gastar para sentirnos mejores que ellos. Cuando desaparece el barniz de la hipocresía, nos quedamos en cueros y buscamos una salida rápida.

En la tiranía de la comodidad, lo mejor es votar al primer profeta fanfarrón que prometa arreglar la situación general y personal de todos y cada uno, obviando entrar a valorar en cómo va a lograr tal proeza. Siento decirles, queridos patriotas, que eso nos conducirá a liberar la barbarie que llevamos dentro.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 20/10/2016


13/10/16

Grafeno para después de la guerra

El ultimísimo super material que cambiará todo. Una asombrosa combinación de dureza y flexibilidad compuesta por átomos de carbono. El móvil enrollable que se confunde con la piel, el chaleco antibalas más ligero o la solución al almacenamiento de energía renovable, hacen que el grafeno se convierta en un elemento revolucionario. Las múltiples aplicaciones de este conductor térmico y eléctrico en campos como la medicina, informática o aviónica, suponen otro salto más en la carrera por alcanzar la singularidad tecnológica. La distancia que nos separa de una forma de vida, fruto de la fusión entre hombre y máquina, se acorta a gran velocidad. La transformación que ya se está produciendo en nuestros hábitos de consumo, nos lleva a una nueva concepción de las relaciones políticas, sociales y económicas. La irrupción del grafeno, anticipa avances extraordinarios.

En el comienzo de la nueva era, los deseos del individuo prevalecen sobre los del grupo, aunque esto no significa que se ignoren los intereses de la colectividad. Esta aparente contradicción se debe a la hiper sensibilización que experimentamos al convertirnos en receptores de continuos estímulos, en un estado de conexión permanente. El período del sueño es la única interrupción del encendido pero, incluso en este modo de hibernación, los dispositivos continúan midiendo nuestras constantes. Los sistemas de vigilancia activa o pasiva se implantan a nuestro alrededor recopilando frecuencias y estadísticas. Los intercambios de servicios entre particulares se democratizan, tendiendo a una mayor transparencia en la información y obligando a los sectores tradicionales a integrarse o desaparecer.

El significado de nacer o morir cambiará radicalmente, pues en el flujo constante no hay principio ni fin. El cese de la actividad de un organismo se considerará un simple dato técnico, debido al desarrollo de mecanismos de auto reparación de elementos dañados, reproducción o clonación instantánea, en estructuras compuestas por material genético reconstruido por la inteligencia artificial. En este sentido, la conversión de los valores en torno a la moralidad, se calcularán en términos de eficiencia. No habrá diferencia entre lo artificial y lo natural, ya que recrearemos los procesos de la naturaleza, generando las condiciones óptimas para la supervivencia. Convertiremos los medios hostiles en lugares habitables. Los vínculos afectivos, influenciados por las normas sociales y culturales se liberalizarán, superando los actuales roles masculino y femenino. La base constituida por la pareja y su derivación en unidad familiar mutará, posibilitando traducciones alternativas del amor. Se producirá un desadoctrinamiento masivo.

Los imitadores de dios, en la cúspide de su evolución hacia un estadio superior de la existencia. La actual complejidad del grafeno será algo primitivo dentro de unas pocas décadas. El paso del tiempo dejará de constituir un problema, dando paso a los futuros descubridores de otros mundos en otras dimensiones de tiempo. Pero esto ocurrirá, después de la guerra.





Artículo publicado en el diario La Opinión de Tenerife, el 13/10/2016


6/10/16

Surrealismo canario

Canarias siempre ha sido tierra de surrealistas, pero no de un surrealismo cualquiera, sino del que habitamos en nuestro particular patio atlántico. Un ejemplo de esta visión artística es la imagen de Patricia Hernández con los ojos muy abiertos y diciendo que así, mira, ella no es feliz. A lo mejor, casi todo es porque Fernando Clavijo es el típico lagunero frío, poco dado a administrar los mimos adecuados. Al final, no nos damos cuenta de que las emociones básicas son la que terminan indefiniendo el surrealista devenir de acontecimientos deformados. Los sentimientos, y los canarios somos muy sentidos, desencadenan reacciones contradictorias y difíciles de comprender para los que desconocen las especificidades del carácter volcánico.


A lo mejor, si Jaime González Cejas no tuviese ese bigote tieso, ni esa cara colorada, ni esos ojillos vivos, igual podría ser profesor de colegio, como lo fue Paulino antes de ser alcalde y todo lo demás aparte de lo del "Tete". Hablando de academicismos, ahí está el surrealista anti-líder del PSOE canario, José Miguel Pérez, un tipo con un mundo interior tan grande como su intencionada incapacidad para contárselo a alguien.

Bien mirado, Oscar Domínguez tendría material de sobra para hincharse a pintar las siglas de Coalición Canaria, etiquetando una botella del vino del país, que Adán Martín se afanaría en descorchar con el pico del Auditorio. Hay tantísimos casos de surrealismo, que la moción de censura en Granadilla y la consiguiente supuesta ruptura insegura del pacto de gobierno, quedan a la altura de una mala imitación de Picasso, Yo les pido que mantengan el nivel al que nos tienen acostumbrados, y que Casimiro Curbelo se presente como candidato andrógino a Reina del Carnaval, o que Asier Antona reconozca que es hijo ilegítimo de Cubillo,

Prueben ustedes mismos y verán qué original es imaginar a Carlos Alonso como un feriante tatuado, vendiendo fichas para los "cochitos locos"; o a Antonio Morales con las gafas de sol puestas, soltándole el rollo a una pibita de La Isleta en un after de Las Palmas. Creo que rebajaríamos esta innecesaria tensión, y valoraríamos lo relativo de la existencia. Si se les ocurre pasar por La Rambla, cierren los ojos a la altura del Kiosco La Paz. Luego, abránlos de nuevo y, en un alarde de surrealismo, verán una gran fuente, mesas y sillas animadas por personajes tragicómicos, artistas de colores, bohemios, ancianos, madres jóvenes con niños corriendo. El silencio de un café que ya no existe, es la metáfora libre de nuestras tercas e inservibles batallitas cotidianas.


Artículo publicado en el diario La Opinión de Tenerife, el 06/10/2016.