4/6/15

Crisis líquida



La realidad adquiere una nueva dimensión en este tiempo líquido. Un ejemplo extremo es la actitud grotesca de Esperanza Aguirre, a la que no parece importarle arrojarse a la humillación pública, con tal de seguir aparentando ser la lideresa de algo. La estrategia de ayer se enjuaga con la de hoy y, si persiste la mancha, podrá blanquearse mañana.

En un escenario fragmentado, los pactos entre fuerzas que presumían de representar la diferencia, son como el agua limpia mezclada con la turbia, corriendo por las cañerías del poder, hasta alcanzar las sedientas tragaderas ciudadanas. El acuerdo que se está fraguando ahora, tal vez se disuelva pronto, dando lugar a otra situación distinta, aunque similar a la del principio. Lo más importante es que el siguiente relato parezca atractivo, siempre después de consumir un spot publicitario, con el penúltimo modelo de felicidad transitoria.

Las voces agoreras que anuncian apocalípticas inestabilidades, no han reparado en que la incertidumbre será la constante y que las relaciones duraderas han pasado a la historia. Ahora se llevan los encuentros casuales, sin compromiso. No existen elementos con la suficiente solidez como para plantearse proyectos a largo plazo. En la medida en que aumentamos el volumen de conversaciones a través del whatsapp, vamos generando eventos con un alto grado de inmediatez y por tanto, de absoluta provisionalidad.

El mundo de la modernidad líquida, que el sociólogo Zigmut Barman pronosticó a finales de los noventa, se manifiesta  en todos los sectores de nuestra sociedad. La identidad –también en los términos políticos– se vuelve escurridiza y voluble. La globalización provoca pérdida del sentido de pertenencia, lo que nos conduce a comportarnos como individualidades interdependientes, que fluyen en las múltiples decisiones que afectan a la comunidad.

Esta transformación social abre un nuevo horizonte de posibilidades en el ejercicio de la acción política y económica, porque las organizaciones jerárquicas pierden vigencia en beneficio de formas de participación mucho más versátiles, con instrumentos democráticos de poder colectivo, proporcionados por las nuevas tecnologías.

Podríamos encontrarnos a lo largo de una larguísima legislatura, con varios gobiernos igual de legítimos, compuestos por personas diferentes en cada caso, sin que ello suponga necesariamente entrar en períodos de crisis. Quizás, esta palabra de connotaciones tan negativas, sea la solución lógica en una etapa de aceleración. La crisis muta, reaccionando ante idénticas mutaciones en el entorno, revelándose motor y clave de la evolución humana.

Artículo publicado en la edición impresa del Diario La Opinión de Tenerife, el 04/06/2015


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