24/1/16

Las rastas y las sombras

Un tipo alto, de piel morena, complexión delgada y ceño fruncido pasó por delante del tyrannosaurus Rajoy, que se quedó de piedra, como alucinado.

Hasta ahora, solo conocía la existencia de esa clase de sujetos por algunas cadenas de televisión, empeñadas en captar imágenes de gente parecida portando carteles de cartón, en absurdas y cansinas manifestaciones. Ni Mariano ni los de su especie se lo terminan de creer. Tampoco lo entienden algunos parlamentarios de otros partidos, porque no esperaban que la realidad de la calle fuera a hacerse carne, ojos y rastas, en forma de nuevo diputado del Congreso. Mientras tanto, Celia Villalobos -espontánea como siempre- mostraba su disgusto ante la presunta falta de aseo de nuestro protagonista, equiparando el aspecto físico con la virtud moral, algo que en el Partido Popular tienen perfectamente asumido. Si vistes con traje y corbata se supone que te has bañado y que, además. eres una persona de bien que merece un escaño, un coche oficial, un sueldo por encima y las comisiones de costumbre por debajo, influencias, poder y la posibilidad de probar lo mejor de la gastronomía y otros placeres en restaurantes, bares y clubs.

Los señores respetables y las damas recatadas no llevan bien el verse mezclados con camisas informales, pantalones tipo sport, una mujer joven y negra, otra blanca pero con bebé lactante incorporado, libertarios juramentos de la constitución, brazos alzados, emoción en las lágrimas y ganas de cambiar la imagen del Hemiciclo donde trabajan los representantes políticos de un país que ya había cambiado hace tiempo.

Instantánea del encuentro casual en Fitur
del autor de este artículo con el
protagonista del mismo.
Muy poco serio todo esto, pensarán. Solo faltaría que quiten los gin-tonics y prohíban los chistes machistas, racistas y homófobos que circulan por los pasillos neuronales de sus distinguidas Señorías. Esto es un ultraje, una república, una anarquía. Y mientras tanto, Alberto Rodríguez culmina el recorrido que comenzó en Tenerife, alejándose de la mirada turbia del tyrannosaurus Rajoy, para terminar respondiendo a las preguntas de los periodistas con una sensata apelación al respeto, que es muy bonito, tal y como le enseñaron sus padres desde pequeño.






Artículo publicado en la edición impresa del Diario La Opinión de Tenerife el domingo 24/01/2016


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