2/3/16

La desvestidura nacional



En vez de Pedro, el investido presidente, será Sánchez, el candidato desvestido. Hemos perdido toneladas de tiempo en un puro y duro tacticismo, con los equipos negociadores pensando en clave interna y en ganar votantes por un lado, sin perderlos por otro. La remota posibilidad de alcanzar consensos, más allá del maquillaje mediático, se pierde en la asumida incapacidad para formar gobierno. Una vez más, las estrategias partidistas se sitúan por encima de los intereses ciudadanos.
El acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos, les sirve a ambos para recuperar protagonismo y culminar un giro hacia el centro político. Por contra, la pinza entre PP y Podemos, negando cualquier apoyo a lo que no sea el afianzamiento de su apuesta hegemónica, los sitúa como aspirantes a reeditar el bipartidismo clásico, aunque el éxito de su enroque es más que discutible.
La llamada nueva política ha resultado ser un sucedáneo de la vieja, pues los recién llegados utilizan las mañas de siempre, con el asalto al poder como objetivo único. La entrada del Congreso vuelve a parecerse a un portal que da acceso a otra dimensión, una realidad paralela provista de sillones, atril, despachos y un bar lógico donde abstraerse de tanto surrealismo democrático. Los parlamentarios se sumergen en un mundo acorazado, en el que se dedican a recitar monólogos y fingir que se pelean, dedicándose insultos o bromas según la circunstancia. La virtud del ejercicio político desaparece, suspendida en un limbo de oradores, que acaban desoyendo el irremediable tronar de la calle.
Pablo habla de un gobierno para la gente, pero solo con él y su gente. Mariano dice que el único camino glorioso pasa por sí mismo. Albert se vende como una perfecta correa de transmisión social y liberal al mismo tiempo. Pedro apura sus opciones, jugando a varias bandas, para salvar su débil liderazgo. Los independentistas, nacionalistas de medio pelo y otras comparsas, aguardan expectantes, a que alguien los llame para ofrecerles generosos acuerdos, comprensión y las promesas de una segunda transición moderna, constitucionalmente transformadora y un caudal de sortilegios económicos, más propios de la madrugada esotérica que del crudo amanecer bursátil.

Seamos bienvenidos al teatrillo de la penúltima desvestidura nacional.


Artículo publicado en la edición digital del Diario La Opinión de Tenerife, el 02/03/2016
http://www.laopinion.es/opinion/2016/03/02/desvestidura-nacional/659275.html

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