26/7/16

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Hace tiempo, un amigo psicólogo me explicó por qué el miedo es la emoción más poderosa de todas. Para ello me puso un ejemplo: imagínate que nos vamos a vivir juntos tú y yo. Resulta que yo creo mucho en los fantasmas, espíritus y demás y tú, al principio, te ríes de mi, pues lo consideras algo absurdo. Bien, te aseguro que, con el tiempo, y ante mi insistencia, acabarás albergando serias dudas como mínimo, ya que mi emoción, que es irracional y negativa, sembrará un mar de confusión en tu autoconfianza. Las preguntas sin una respuesta nítida, dejan un camino abierto a todo tipo de elucubraciones, hipótesis y supuestos. 


En nuestra sociedad de la información constante, abundan las contradicciones y son demasiadas las dudas que plantean los recientes acontecimientos. Cada vez asoman más investigaciones que ponen en cuestión las versiones oficiales sobre sucesos tan relevantes como el ataque terrorista de Las Torres Gemelas, razonado desde cierto punto de vista, como la justificación que necesitaban para invadir Irak. De ahí en adelante, las teorías basadas en oscuras conspiraciones pergeñadas por las agencias secretas de algunos gobiernos o por grupos de poder, gozan de un considerable número de seguidores. Y es comprensible que esto siga ocurriendo, pues son demasiados los interrogantes tras los últimos atentados perpetrados por los llamados "lobos solitarios". El ISIS aprovecha para adjudicarse las autorías y fortalecer su imagen de marca, pero los expertos no descartan ninguna posibilidad. El golpe de estado en Turquía, si se puede definir así, deja una enorme distancia entre lo que se va sabiendo y el universo de implicaciones que no alcanzamos a descifrar.

La organización del pánico global está cambiando nuestra forma de pensar, al ejercer una gran influencia en la percepción sobre las crecientes amenazas a la seguridad. Ante la avalancha de temores nadie acierta a conocer, a ciencia cierta, el desarrollo de lo que ocurre, sus verdaderos orígenes y múltiples consecuencias. La sensación de incertidumbre nos abruma, una sucesión de golpes que produce aturdimiento y desazón. La manipulación orquestada parece flamear en el interior de relatos analizados y repetidos hasta la saciedad. Cuando un incendio parece controlado u olvidado, aparece otro para no dejarnos salir de este estado de shock permanente. Sufrimos un contagio masivo y postmoderno de una enfermedad tan vieja como el hombre. 

La gestión del miedo a la muerte continúa resultando particularmente beneficiosa para los especialistas en comerciar con el caos.

Artículo publicado en la edición impresa del diario La Opinión de Tenerife, el 26/07/2016.


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