28/12/17

El proyecto Canarias

No creo en el proyecto España, o al menos no en lo que se respira a ambos lados de la fractura psicológica que nos aleja del entendimiento. El régimen bipartidista sufre las consecuencias de una profunda crisis global -cambien crisis por transformación-, la desconfianza en la arquitectura institucional y el derrumbamiento de una izquierda incapaz de plasmar un discurso alternativo. La conllevancia, que decía Ortega, es hoy un llamamiento que valdría para diseñar un nuevo pacto de país diverso, que prescinda de condiciones previas. Nuestra enfermedad es crónica, pero los usos y costumbres de la política ahondan el problema porque utilizan la ideología como un pretexto y hacen del oportunismo la triste virtud que absorbe votos alrededor de liderazgos inconsistentes. Los nietos de la democracia heredan el reto de soportarnos sin destrozarnos, bajo la furia de nacionalismos que cumplirán su amenaza cíclica en el viejo continente. Nuestra sociedad bracea en aguas extrañas, víctima de emociones contradictorias, ante el episodio traumático que supone el vernos convertidos en ciudadanos de la patria Google. En esta mutación de nuestra identidad radica el cambio de paradigma: los discursos suenan huecos, los relatos de vencedores y vencidos son un vacío carente de significado, el juego político es una multiplicación de incongruencias superficiales, sin contenido, a eliminar del big data

En el caso de Canarias, haríamos bien en hacer nuestra la sentencia de Angela Merkel, cuando dijo que Europa debería buscar su propio futuro. El mérito de exteriorizar la imagen turística de nuestro singular exotismo, debería servir de palanca para dar un paso más allá. La superación del complejo de inferioridad que condiciona al isleño, es la rampa de lanzamiento para crecer en autoestima, redactar nuestra extrema dependencia y generar alabanzas, que nos permitan ganar voz propia y encajar los conflictos que van a modificar de forma drástica, los modelos de convivencia en el siglo XXI.

Artículo publicado el en diario La Opinión de Tenerife el 28/12/2017









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