30/4/15

Las cárceles del capitalismo


El horror del último capitalismo recrea las distintas modalidades de cárcel. El individualismo extremo, lejos de aumentar la sensación de libertad, nos lleva a encerrarnos, en un repliegue masivo, hacia el interior de nuestras fronteras. La cultura del miedo, del rechazo al otro por ser diferente, al inmigrante, por venir de otro lugar, provoca una histeria repulsiva que disfrazamos de forzada compasión. Lo sentimos, pero no podemos hacer nada más, salvo alguna campaña solidaria, declaraciones de nuestros dirigentes mostrando su honda preocupación, y enseguida volvemos la vista, para continuar mirando hacia otro lado. Pero el problema sigue ahí, y la incomodidad crece como resultado del fracaso de la vieja Europa, ante la joven y pujante África.
La política anquilosada y presa también de sus propios temores, no responde al desafío que plantea la llegada de miles de refugiados, que huyen de otra prisión, más cruel y despiadada, la de su propia tierra, donde el hambre y la muerte danzan su baile macabro a la vuelta de cualquier esquina. Y recorren miles de kilómetros, saltando obstáculos, jugándose la vida por llegar aquí, sabiendo que apenas unos pocos lo lograrán. Si lo consiguen, lucharán por ganarse un sueldo de miseria, víctimas de la explotación laboral civilizada que tan bien le encaja al modelo neoliberal. Caminarán, como peligrosas sombras, por grandes ciudades llenas de gente sola y agarrada con fuerza a su teléfono móvil, abrumada por las noticias incesantes de una nueva marea humana. La autoprotección será prioritaria y los tecno-individuos invertirán más en avanzados sistemas de seguridad, que los mantendrán controlados en sus cárceles asépticas. Los prisioneros de la sociedad de consumo cederán ante el acoso publicitario, y cuando la altura de las vallas no sea suficiente para contener a los desesperados, entonces se creará un círculo de energía a nuestro alrededor, imposible de atravesar. Habremos llegado al cénit de la felicidad, la cárcel personalizada dentro de la separación total entre los seres humanos. Todo un logro si no fuera porque alguien destruirá la fuente de energía del sistema principal, y los desfavorecidos tomarán el poder de la cárcel para desmontar, una a una, todas las barreras de odio e intolerancia. Y serán ellos quienes nos liberen.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 30/04/2015 
http://www.laopinion.es/opinion/2015/04/30/carceles-capitalismo/603812.html







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