6/4/17

Post conciencia


En la sociedad del espectáculo, la banalización de los símbolos se extiende sin pudor, ocupando territorios ideológicos que parecían intocables. Nada está vedado para las jóvenes asiáticas, entre las que hace furor la moda Nazi Chic. Ni siquiera tratan de disimular y desfilan sonrientes, vistiendo una réplica casi exacta del uniforme de gala que utilizaban los oficiales alemanes, sin olvidar el brazalete con la esvástica bien visible. Las cantantes de Pritz, una banda pop coreana, dieron un concierto con un look de inspiración nazi y, al preguntarles por la polémica de habían suscitado, respondieron que la cruz con cuatro puntas hacia fuera, simbolizaba el deseo de crecer en todas las direcciones. Una buena explicación para definir el interés que despiertan ciertos iconos, tratados desde la perspectiva de la generación milennial (nacidos en la última década del siglo XX), en una revisión histórica del estilo retro o vintage, que los despoja de connotaciones negativas, obviando su inherente carga de dramatismo. En realidad, la estrategia de marketing que desarrolla este post logo, no implica que los clientes estén obligados a tomar conciencia de la importancia que tiene recrear la iconografía nazi. Simplemente, actualiza la estética que acompañó a un genocidio, como una tendencia más que arrasa, sin tener en cuenta el rechazo que pueda generar.


Un caso similar, llega representado por el logotipo del puño y la rosa que el PSOE acuñó en 1977, y que aparece estampado, en una colección de camisetas, en la web de la firma americana Stussy. La imagen, bautizada como International Rose Tee, en varios colores, reduce la histórica lucha de los trabajadores a una simple marca. El partido socialista se ha planteado emprender acciones legales contra la empresa, por comercializar su seña de identidad original. De nuevo, nos encontramos ante el rescate de un icono que ha sido desposeído de su significación. Los sucesos de gran calado terminan desvirtuados, en medio del proceso de infantilización generalizada que se está produciendo en chats y redes sociales. La fuerte atracción que ejercieron grandes líderes o movimientos revolucionarios, se torna frivolidad tras pasar por la licuadora que alimenta el consumo de masas.

A pesar de que muchos lo denuncian como una falta de respeto si atenta contra símbolos religiosos, o cuando se atreve a ningunear la solemnidad del pasado, lo cierto es que el actual culto a una post realidad que cada vez se confunde más con la ficción, no pretende ofender a nada ni a nadie. Solo tiene ganas de jugar a la inexistencia de límites entre lo real y lo virtual, evidenciando la obsolescencia de un mundo que se resiste a aceptar la futura post conciencia que nos invade.

Artículo publicado en el Diario La Opinión de Tenerife, el 06/04/2017


No hay comentarios:

Publicar un comentario