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Pocoyo y el mur mur de Putin

Portada revista Der Spiegel Nº 17 (22/04/2017)
Al Pocoyo norcoreano le han regalado juguetes nuevos que muestra después de armarlos, con una feliz sonrisa dibujada en esos ojos de niño grandote y comilón. Al otro lado de la tela sin araña, Donald, un pato con trompa de elefante que oculta en su ser interior al ratoncillo inseguro que duda, asustado, porque no sabe si el queso tiene trampa y la alternativa de mantenerse escondido en su agujerito de oro, le hace parecer un cobarde. Y los desvelos de Donald no encuentran consuelo, cuando sus orejitas diminutas escuchan los pasos aterciopelados del gato Putin. Ya viene, ya se acerca otra vez adivinando el miedo ratonil. En ruso, murmur significa ronroneo, el sonido de placer que despliega el cazador de instinto felino, estirándose de puro gozo, ante la inminencia del premio a su paciente astucia. En las fiestas del palacio rojo, gatas profesionales exhiben el arte del cortejo frío, calculado, hasta encontrar el momento oportuno de sacar las uñas a relucir, para extraerle todo el jugo a la víctima. Es la escuela del animal silencioso, que sabe mantener las distancias con su amigo competidor, el dragón chino. Ambos se disputan el control de la tela sin araña. Ahí van cayendo, despistados, mosquitos y otros insectos de rango menor, atrapados en el juego de estrategias e intereses. En el país de Pocoyo, nada ocurre sin la mediación de del amor declarado al sistema. Los huevos sorpresa que preparan, causarán asombro en el mundo de Donald, que empieza a ver quesos bomba por todas partes. Pero la sombra que ronronea, como solo saben hacerlo  los conocedores del murmur, es la reina que teje más tela sin araña, atando conveniencias y manipulando voluntades enemigas. Y Europa ya lo sabe, ese viejo y cansado lobo europeo, cada vez más solitario y menos lobo.

Artículo publicado en el diario La Opinión de Tenerife el 07/09/2017


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